Fecha Estadio Resultado Observac.
Jueves 14 de marzo Monumental Argentina 3-1 Inglaterra no oficial
Domingo 17 de mayo Monumental Argentina 0-0 Inglaterra susp. 23’
Domingo 24 de mayo Nacional Chile 1-2 Inglaterra
Domingo 31 de mayo Centenario Uruguay 2-1 Inglaterra
Lunes 8 de junio Yankee EE.UU 3-6 Inglaterra
La delegación fue acompañada por el árbitro inglés Arthur Ellis (quien 3 años antes había sido juez de línea en la final de la Copa del Mundo de 1950 en la que los uruguayos derrotaron a los brasileños en el Maracaná).
Al término de la gira el semanario deportivo SPORT publicó esta serie de 7 artículos escritos por el referí Ellis, quien proveyó datos muy interesantes sobre esta tournée.
#1 SPORT (semana que finaliza el 20 de junio de 1953)
Los viajeros del fútbol inglés han regresado a casa después de sus partidos en Buenos Aires, Santiago, Montevideo y Nueva York. Ahora, y en exclusividad para los lectores de “Sport”, el mundialmente famoso árbitro Arthur Ellis cuenta la historia interna de esa gira llena de incidentes. Aquí está el primero de una serie de artículos de la gira por Sudamérica. Muchos lectores han escrito para preguntar por qué no han tenido noticias de Arthur Ellis durante el último mes. Ahora podemos revelar que la FA solicitó que no escribiera nada sobre la gira mientras acompañaba al equipo de Inglaterra.
Los viajeros del fútbol inglés han regresado a casa después de sus partidos en Buenos Aires, Santiago, Montevideo y Nueva York. Ahora, y en exclusividad para los lectores de “Sport”, el mundialmente famoso árbitro Arthur Ellis cuenta la historia interna de esa gira llena de incidentes. Aquí está el primero de una serie de artículos de la gira por Sudamérica. Muchos lectores han escrito para preguntar por qué no han tenido noticias de Arthur Ellis durante el último mes. Ahora podemos revelar que la FA solicitó que no escribiera nada sobre la gira mientras acompañaba al equipo de Inglaterra.
NO PODEMOS COMPLACER A TODOS
Dijo el presidente Perón a Arthur Ellis
Después de un lapso de varias semanas estoy de regreso nuevamente en Inglaterra para contarles a los lectores de “Sport” muchas de las cosas interesantes sobre la gira de la Football Association (FA) por Sudamérica. Ciertamente, ninguna de las giras anteriores había despertado tanto interés, y me sentí honrado de haber sido el árbitro elegido para que los acompañaría en este viaje.
Era la primera vez que la FA llevaba consigo a un árbitro, y este anuncio causó sensación. Muchos periodistas deportivos tenían dudas sobre el resultado de esta decisión. Uno incluso escribió un artículo pidiéndome que me quedara en casa.
No tenía dudas sobre lo que se esperaba de mí, o sobre lo que podría encontrarme. Mis anteriores visitas a Sudamérica me enseñaron mucho, y acepté la invitación con agrado y suficiente experiencia. (NdT: Arthur Ellis fue juez de línea en la final de la Copa del Mundo de 1950 jugada en el Maracaná).
Quiero dejar en claro que a la FA se le solicitó que incluyera un árbitro en la delegación. En ningún momento la FA insistió en que un referí inglés debía hacerse cargo de los partidos de la gira. La FA siempre acepta árbitros neutrales cuando visita otros países.
Personalmente creo que es un buen homenaje al espíritu deportivo británico que las autoridades sudamericanas solicitaran a la FA que trajera un árbitro a la gira.
Los resultados de los partidos, por supuesto, ahora son bien conocidos. Sobre ellos se ha dicho y escrito mucho, y de carácter controvertido. No tengo deseo ni intención alguna de entrar en discusiones, sino de describir a los lectores de “Sport” muchos de los aspectos interesantes de esta gira.
Debido a mis ocupaciones no pude viajar junto con la delegación oficial que salió de Londres el 7 de mayo. Yo viajé tres días más tarde.
Todo fue muy bien en el vuelo hasta llegar a Dakar. Esta es una parada habitual antes del largo sobrevuelo del Océano Atlántico Sur. Algo andaba mal en uno de los motores.
TIEMPO DE HINCHAZÓN
Es habitual que cuando se produce un gran retraso la compañía aérea se encargue de trasladar a los pasajeros a un hotel de la localidad. El técnico a cargo de la reparación esperaba tener el avión listo muy pronto, y recomendó no reservar un hotel. Pero a medida que pasó el tiempo fue evidente que tendríamos que encontrar algún lugar para dormir, por lo que nos encontraron alojamiento temporario en el aeródromo.
Dakar está situado en una zona tropical, y la noche fue extremadamente calurosa y húmeda. Debido al calor, pasé las horas de espera arriba de la cama y sin ropa. Más tarde descubrí que eso era muy arriesgado. Algunas horas después de llegar a Buenos Aires sentí un agudo dolor en la pierna acompañado de una gran hinchazón. En el hospital me informaron que sufría una picadura de insecto que rápidamente se estaba volviendo séptica.
Me aplicaron todo tipo de tratamientos, pero el médico me declaró incapaz de arbitrar el partido que se jugaría al día siguiente. Sin embargo, sentí que después de haber viajado casi 9.000 millas para arbitrar los partidos debía hacerlo a cualquier costo, y le solicité al médico que me curara lo suficientemente bien como para poder seguir adelante.
Debido al retraso en Dakar llegué a Buenos Aires a las 5 de la mañana. Fue una sorpresa, pero también un gran placer, encontrar a los árbitros ingleses John Meade y Bert Cross que me estaban esperando en el aeropuerto. También se encontraba Luis Craig, quien había sido designado para ser mi “sombra” e intérprete.
Aunque sufría una pequeña molestia en la pierna, más tarde me uní a los demás miembros de la delegación de la FA en una visita al Altar Cívico de Eva Perón, donde Billy Wright (por la FA) y Vernon Morgan (por los periodistas deportivos británicos) depositaron coronas de flores.
Luego nos dirigimos a la Casa de Gobierno para ser recibidos por Su Excelencia el Presidente de la República Argentina, Juan Perón.
El Presidente Perón se mostró alegre, risueño, y bromista con toda la audiencia. Es de complexión fuerte y cabello liso peinado hacia atrás. Vestía un elegante traje de lino.
No pronunció un discurso formal, pero nos contó que era aficionado al fútbol desde niño y recordó que el Nottingham Forest había visitado su país en 1911 (NdT: 1905), y que como tantos otros seguidores del fútbol tenía que gritar con gran fervor cada vez que asistía a un partido.
Dirigiéndose a los jugadores, el Presidente dijo que cuando Argentina visitó Wembley en 1951 ambos equipos practicaron un fútbol caballeroso y continuó: "Espero que ese espíritu prevalezca en sus partidos aquí". Y añadió: “Así como hace 50 años nos enseñaron a jugar al fútbol y estamos tratando de superarlos, ustedes los británicos también nos enseñaron a hacer negocios, y también estamos haciendo todo lo posible para vencerlos en eso. Pero, como en el fútbol, en los negocios también saben jugar muy bien”.
SE RIFA UN AUTO
Después de servir un café, el Sr. Joe Mears entregó al General Perón una insignia dorada de la FA, quien luego de ponérsela en el ojal del saco comentó: “La usaré en ambos juegos, pero espero que mis jugadores no se molesten por hacerlo”.
Me formé la opinión de que el presidente Perón tiene una personalidad sorprendente y así lo enfatizaron sus palabras de despedida cuando me comentó: “Su trabajo es tan difícil como el mío como Presidente, no podemos complacer a todos”.
Con esos felices saludos del día anterior todavía frescos en mi memoria, fue un shock cuando camino al estadio para el partido inaugural mi auto se detuvo y la policía lo registró en busca de bombas y armas de fuego. Incluso mi bolso de árbitro fue abierto y examinado cuidadosamente.
Este partido inaugural no fue considerado un internacional oficial, pero los argentinos lo tomaron muy en serio. De hecho, tan seriamente que el Presidente Perón ofreció como incentivo un automóvil Mercedes-Benz si ganaban el partido.
Que un jugador represente a su país debería ser un honor suficiente que hiciera innecesario un cebo tan tentador. Estoy seguro de que este tipo de alicientes fomentan métodos de “ganar a toda costa” que van en detrimento del juego.
Tal fue el interés que miles de personas se congregaron en el estadio de River Plate muchas horas antes del inicio del partido. Como es habitual en el extranjero, antes del gran partido se jugaron varios partidos preliminares.
Sobre la cuestión de los sustitutos se acordó que el arquero se podría cambiar en cualquier momento, y otro jugador de campo hasta el minuto 44, siempre que los jugadores estuvieran lesionados.
#2 SPORT (semana que finaliza el 27 de junio de 1953)
Este es el segundo de una serie de artículos que podemos leer en exclusiva para “Sport” gracias a Arthur Ellis, el árbitro de fama mundial que dirigió los partidos jugados por la selección de Inglaterra en Buenos Aires, Santiago y Montevideo durante su reciente gira por los países latinos.
TODO EL FÚTBOL EN LA ARGENTINA
Pero, ¡oh, esas canchas llenas de pozos!
Mientras estuve de gira con la delegación de la FA recibí numerosas solicitudes de lectores de “Sport” para obtener programas de los partidos jugados en la Argentina, Chile y Uruguay. Por eso no tengo ninguna duda de que la mayoría de los lectores se sorprenderán al saber que no se publican programas individuales para los partidos. No sé por qué sucede esto, teniendo en cuenta que el hincha sudamericano considera al fútbol más una religión que un deporte.
En lugar del programa de cada partido se publica un folleto llamado “Alumni”. Cuesta un peso (aproximadamente seis peniques), y es una edición semanal que contiene detalles de todos los partidos de Primera División (que se juegan los domingos) y también detalles de los partidos de Segunda División (que se juegan los sábados). Como el folleto se publica semanalmente, sólo se imprimen las probables formaciones de los equipos.
Este libro permite a los seguidores que asisten a cada partido conocer todo lo que está sucediendo en los otros partidos del campeonato que se juegan en ese mismo día en particular.
En Inglaterra seguimos los resultados durante el medio tiempo en los marcadores colocados en el estadio, e identificamos a los equipos mediante las letras del programa.
El método en Sudamérica es mucho más elaborado. Se utiliza un tablero indicador de gran tamaño, a la vista de todas las tribunas. Mediante letras, números, diseños de colores y discos, se proporciona cada detalle de los demás partidos.
Mediante diversas combinaciones de letras y signos se indica la posición de cada jugador. En el momento en que se marca un gol se lo indica en el tablero y consultando el cuadro es fácil saber quién señaló el gol.
Es más, si se concede un tiro penal, el tablero proporciona esta información e indica si el penal se convirtió o no. Mediante una variación de los numerosos discos y letras, también se sabe cuándo se marca un gol de tiro libre, se indica cuándo un jugador ha sido expulsado del campo y quién es ese jugador, etc.
COMPLICADO
El sistema puede parecer muy complicado, pero le permite al aficionado al fútbol argentino seguir cada partido de la fecha del campeonato hasta el último detalle, mientras al mismo tiempo está presenciando un partido en progreso.
Cada club de la liga posee uno de estos carteles indicadores que parecen un totalizador de carreras de caballos. La información se envía por aire mediante radio de onda corta.
Debo señalar que en Buenos Aires sólo se juegan ocho o nueve partidos en una fecha, y que sería bastante molesto si en Inglaterra se adoptara un esquema similar para todos partidos jugados en el mismo día. Pero no veo por qué este sistema no podría adaptarse a un pocos partidos seleccionados.
El sistema es del agrado de los aficionados argentinos, y en muchas ocasiones los espectadores no se van del estadio cuando termina el partido sino que se quedan un poco más para ver lo que sucede en los otros juegos a través del tablero indicador.
Esto significa que el espectador sabe exactamente cuál es el puesto de su equipo en la tabla de posiciones. Puedo visualizar el interés adicional que esto crearía en Inglaterra, especialmente cuando se juegan partidos de Copa o entran en juego cuestiones de ascensos y descensos.
La semana pasada comenté la picadura de insecto que sufrí, y cómo merced a la experta atención que recibí pude superarla. Las frecuentes visitas que hice al Centro Médico me proporcionaron una idea de este aspecto del fútbol argentino. Prestan mucha atención a la salud de sus jugadores, y desde el mismo momento en que comienzan su carrera como juniors están bajo constante supervisión médica. El Centro Médico está dirigido por la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), y se encuentra ubicado en el sótano de sus oficinas en Buenos Aires. Cuenta con un gran personal médico honorario especializado en todas las ramas de la ciencia médica.
ASISTENCIA MÉDICA
Cuando un jugador juvenil se inscribe en un club debe acudir al Centro Médico donde se le realiza un examen minucioso que presta atención a los dientes, los ojos, los oídos y la nariz. Además se le realizan radiografías para detectar problemas pulmonares y torácicos. Todos los hallazgos se registran en un ficha personal, que luego se convierte en el historial médico de cada jugador y se archiva en los registros de la AFA. Si el jugador sufre una lesión o desarrolla alguna enfermedad no recibe tratamiento de su propio médico, sino que se presenta al Centro Médico para su diagnóstico. Si es necesario un tratamiento hospitalario, la AFA lo envía allí y corre con los gastos correspondientes. Todos los detalles de las visitas y tratamientos realizados quedan registrados en el historial médico del jugador.
El sistema de transferencias en la Argentina solo se abre luego del cierre de cada temporada. Un jugador no puede cambiar de club durante el campeonato. Conozco a muchos defensores de esta idea en Inglaterra, y hay mucho que decir en su favor. ¡Pero ese es otro tema!
Cuando un jugador argentino es transferido a un nuevo club éste tiene el derecho a examinar su historial médico antes de ficharlo, protegiéndose así de la posibilidad de contratar a un jugador que sufra alguna lesión o enfermedad que no sea evidente.
Hay casos registrados en Inglaterra en los que se transfirieron jugadores sin tener en cuenta la salud del jugador en cuestión. Tengo conocimiento de un caso en el que un jugador fue transferido, y poco tiempo después volvió a aparecer una vieja lesión que no había sido revelada.
El club en cuestión fue generoso, tuvo en cuenta el hecho, y dejó que otro de sus jugadores tomara el lugar del ya transferido.
Curiosamente, este jugador se destacó durante las eliminatorias de la Copa de la temporada pasada cuando su club original se habría alegrado de contar con sus servicios. Este es un pequeño indicio de la lealtad que hoy existe entre los clubes de la Liga Inglesa.
Pero volviendo al argentino, si un jugador se lesiona en algún momento o desarrolla alguna enfermedad y se ve incapacitado de continuar su carrera como futbolista, recibe una indemnización de la AFA acorde a la gravedad de la lesión y el estado del jugador.
Los clubes argentinos están situados a poca distancia de Buenos Aires, y por esta razón no experimentan dificultades para que los jugadores se presenten para recibir tratamiento o sean examinados.
Los clubes ingleses están más dispersos y les resultaría mucho más difícil gestionar un sistema de este tipo. La mayoría de ellos tienen médicos en sus Juntas Directivas. Pero creo que cada jugador que es transferido debería poder mostrar un buen estado de salud. El historial médico debería ser un requisito esencial que podría adjuntarse a los papeles de la transferencia.
Por lo que dije anteriormente, queda claro que los clubes de Sudamérica prestan mucha atención al tratamiento médico de sus jugadores y, en algunos aspectos, me sorprendió la cantidad y la calidad del equipo médico.
Considerando todo esto, no puedo entender por qué se realizan todos estos gastos cuando los campos de juego de algunos de sus clubes comparan de manera muy desfavorable con la mayoría de los campos de Inglaterra.
Esto parece ser un problema de "poner el carro antes que el caballo" pues, como todo aficionado al fútbol sabe, un terreno poceado es a menudo la principal causa de las lesiones graves.
#3 SPORT (semana que finaliza el 4 de julio de 1953)
Arthur Ellis, árbitro de fama mundial, escribe una serie de artículos exclusivos para “Sport” sobre la reciente gira por Sudamérica emprendida por la selección inglesa de fútbol. En este tercer artículo describe las atroces condiciones climáticas que prevalecieron en el partido en Buenos Aires.
Por tener que buscar el bolso perdido del referí.
Una cosa que definitivamente me impresionó durante la gira por Sudamérica es que no cabe duda de que la fallecida Eva Perón dejó una impresión muy duradera en el pueblo argentino. En la ciudad capital de Buenos Aires hay cientos de tributos florales y estatuas en su memoria, y las flores se mantienen siempre muy frescas.
El edificio principal donde tuvo su sede Eva Perón está situado en el centro de la ciudad. Es un edificio muy grande con una torre con reloj. Para mantener viva su memoria ante la gente, el reloj de la torre se detuvo en el momento preciso en que falleció. Con frecuencia pasé por este edificio mientras estaba en Buenos Aires y el reloj a menudo me confundió, pero cada vez que lo veía pensaba en Eva Perón.
El General Perón —fiel a su palabra— y la AFA hicieron todo lo posible para que la gira de la FA fuera bienvenida. El día previo al partido internacional con la Argentina algunos de nosotros fuimos invitados a un crucero por el Delta en un yate del gobierno. Nos llevaron en auto hasta el pequeño pueblo de Tigre y allí abordamos el barco.
MUNICIÓN
Una característica interesante de este pueblo de Tigre es que a lo largo de las aceras se plantaron naranjos, que en esta época estaban en fruto. Para mí resultó extraño ver naranjas creciendo en las calles pero, con tantas alrededor, no es de extrañar que los fanáticos al fútbol las utilicen como misiles.
Me dijeron que en el partido inaugural alguien lanzó una que por poco no alcanzó a Bill Eckersley. Yo no lo vi, pero sí recuerdo haber visto a Bill hacer un despeje desesperado y que el balón se dirigiera a gran velocidad hacia donde estaba sentado el General Perón. De no haber estado alerta, el General habría recibido el balón de lleno en la cara. Afortunadamente se agachó y le pegó en el hombro.
El partido inaugural en Buenos Aires realmente abrió el apetito de los aficionados locales. La ciudad esperaba con impaciencia el primer partido internacional oficial contra Inglaterra en su propio suelo. Los precios de las entradas se dispararon y, cuando visité el estadio de River Plate a las 9 de la mañana del día del partido, me quedé asombrado al encontrar al menos 80.000 personas en las tribunas con seis horas de anticipación a la hora de inicio del partido.
Al regresar a mi hotel pasé las horas intermedias muy tranquilamente dejándome cautivar por un libro de “un asesinato misterioso”, antes de que el auto oficial que me llevaría al estadio me pasara a buscar a la 1:30 pm.
Mientras nos dirigíamos al estadio comenzaron a acumularse nubes de lluvia y parecía que se avecinaba una tormenta. Nuevamente tuvimos que pasar por la indignidad de que detuvieran el auto y lo registraran en busca de armas de fuego. Mi bolso también fue abierto y examinado por la policía de seguridad antes de que nos permitieran atravesar la barrera exterior del estadio.
No fuimos los únicos, porque a los periodistas deportivos británicos también les examinaron con sumo cuidado sus máquinas de escribir portátiles.
Cuando entré al estadio comenzaron a caer las primeras gotas de lluvia, acompañadas de relámpagos y truenos.
Los equipos estuvieron listos a tiempo y, según el programa, salieron al campo a las 14:45. Los únicos que faltaban éramos los tres jueces. Nos encontrábamos en el vestuario tratando de explicar que no saldríamos al campo hasta que encontraran los bolsos con nuestro equipamiento.
Perdimos nuestros bolsos de la siguiente manera. Después de haber viajado hasta el estadio con los dos jueces de línea (R. Lynch de Blackburn y A. Bradley de Chesterfield), paramos en el ingreso oficial. Apenas bajamos del auto la policía ordenó avanzar para liberar el paso para la llegada del General Perón, quien llegaría en cualquier momento. Todo el lugar estaba atestado de policías y no tuvimos la posibilidad de sacar nuestros bolsos del baúl del auto antes de que se lo llevaran.
No nos preocupamos en ese momento pues esperábamos que los bolsos fueran llevados al vestuario de inmediato. Pero aquí estábamos, tres árbitros sin uniforme mientras los equipos y una enorme multitud esperaban nuestra aparición para comenzar el partido.
Debido a las adversas condiciones climáticas, el General Perón dio instrucciones para que el partido comenzara a las 14:45, 15 minutos antes del horario previsto. Se prescindió de las presentaciones formales previas al partido y, como dijo Sam: “que comience la batalla”. (NdT: refiere al poema “Old Sam” de Stanley Holloway ambientado en la batalla de Waterloo).
Cuando me informaron el nuevo horario los funcionarios argentinos todavía estaban buscando el auto perdido con nuestros bolsos. Finalmente lo encontraron y pronto entramos al campo de juego acompañados por los abucheos y silbidos de la multitud que esperaba. No sabían lo que había sucedido y la prisa que tuvimos para ingresar a la cancha a las 2:54.
LLUVIA TROPICAL
La lluvia caía a torrentes. Era difícil entender que 90 minutos antes la cancha estaba dura y seca. Cuando lancé la moneda para comenzar lo que sería un muy corto partido, ya se habían formado varios charcos de agua.
Un funcionario sostuvo un gran paraguas sobre mi cabeza mientras estrechaba la mano de los jugadores en el círculo central. Supongo que tenía buenas intenciones, pero en ese momento yo ya estaba completamente empapado.
Desde el principio quedó claro que el partido no tendría un desarrollo normal. De a poco el tiempo empeoró, y los jugadores apenas podían mover el balón más que unos pocos pasos en tales condiciones. A menudo 6 ó 7 jugadores luchaban por la pelota en charcos de agua que, al cabo de 20 minutos de juego, ya se habían convertido en lagunas en miniatura.
En vista de estas condiciones, y sin consulta alguna, decidí suspender el juego temporalmente en la esperanza de que las condiciones mejorarían.
Después de una espera de 15 minutos salí a inspeccionar el terreno, pero fue inútil. De hecho, parecía llover más fuerte que nunca. Grandes cantidades de agua corrían por las tribunas de hormigón y desagotaban como una fuente en la pista de atletismo. Parecía haber muy pocas perspectivas de seguir jugando, y entonces anuncié que el partido se abandonada.
Pasaron otros 90 minutos antes de que dejara el estadio y no me molesté en ir a mirar el campo de juego antes de retirarme. Pero en una conversación posterior con Walter Winterbotton, el entrenador del equipo de Inglaterra, me dijo que el campo se había recuperado de manera maravillosa luego de que cesó la lluvia y que, en su opinión, habría sido posible reanudar el juego alrededor de las 5 de la tarde.
Se ha escrito mucho sobre este partido, pero estoy plenamente convencido de que fue la forma correcta de proceder. La decisión fue recibida con el acuerdo general de todos los árbitros presentes.
No tengo ninguna duda de que los lectores se habrán preguntado por qué no fue posible repetir el partido al día siguiente. En la Argentina las cosas son muy diferentes respecto de Inglaterra, y la próxima semana les contaré por qué fue imposible volver a jugar el partido.
#4 SPORT (semana que finaliza el 18 de julio de 1953)
El cuarto de una serie de artículos exclusivos sobre la gira Sudamericana…
LE DIJE AL REPORTERO ALGUNAS “VERDADES CASERAS”
Mi decisión de abandonar sin vacilar el partido internacional entre Argentina e Inglaterra al cabo de sólo 22 minutos de juego generó muchas controversias. La primera reacción de la prensa sudamericana (y de hecho en muchos otros lugares), fue que el partido nunca debió haber comenzado. Luego siguieron las habituales “declaraciones sabias luego de acontecidos los hechos”. Me han dicho que, por lo general, en Sudamérica no se juegan partidos de futbol cuando llueve. Así que puedo imaginarme la sorpresa general cuando el partido comenzó bajo una lluvia torrencial.
La inmediata reacción de la prensa de Buenos Aires fue una severa condena a mi acción. Pero me causó gracia que a los pocos días esos mismos diarios coincidieran en que, dadas las circunstancias, posponer el partido fue lo correcto, e incluso me felicitaron por lo que describieron como “una valiente línea de acción”.
El mayor problema tras el aplazamiento era si el partido podría repetirse y, de ser así, cuándo.
Cuando surge una emergencia de este tipo en Inglaterra, es comparativamente sencillo hacer otros arreglos. Por ejemplo, cuando la niebla hizo que se pospusiera el partido entre Inglaterra y Suiza fijado en Highbury el 11 de diciembre de 1948, todo se reorganizó rápidamente para jugar en la misma cancha al día siguiente. Como recordarán los lectores, Inglaterra se mostró tan ansiosa por entrar en juego que pulverizó al equipo suizo por 6-0.
SOLO ENTRADAS
Pero las cosas no son así en Sudamérica, y una acumulación de problemas hizo prácticamente imposible que se repitiera el partido.
Hay tres grandes estadios en Buenos Aires, cada uno con capacidad para 80.000 o más espectadores. Los dos partidos programados se jugaron en el estadio de River Plate. La forma en la que ingresan los espectadores al estadio difiere sustancialmente de sistema inglés pues no se percibe dinero en los molinetes.
Para cada partido se venden las entradas correspondientes. El eventual espectador debe obtener su boleto a través del club del que es socio. Si no es socio de un club, puede comprar las entradas en las oficinas de la AFA. El método de distribución de las entradas para estos partidos es que a cada club de la Liga se le asigna un porcentaje del monto total de entradas emitidas. La AFA pone a la venta las entradas restantes. No se pueden comprar entradas a través de una agencia de reservas como a veces ocurre en Inglaterra.
Con el tremendo interés que despiertan estos partidos, uno puede imaginarse la urgencia por conseguir entradas. Como no se consideran pedidos por correo, siempre es necesaria la compra en persona.
Antes de los partidos contra Inglaterra se reunieron grandes multitudes en las inmediaciones de la oficina de la AFA en Buenos Aires. Recuerdo que en una ocasión Sir Stanley Rous tuvo que ir a las oficinas y le tomó 20 minutos entrar al edificio.
Largas colas rodeaban la manzana de las oficinas de la AFA, y una multitud se arremolinaba alrededor de la puerta de ingreso. Era imposible mantener cualquier apariencia de orden.
Lo divertido de esto fue que cuando Sir Stanley finalmente pudo ingresar a la oficina de la AFA, encontró sólo a dos miembros del personal de servicio, y le dijeron que buena parte del personal no había podido atravesar la multitud y entrar al edificio.
Tras el aplazamiento del partido internacional, tengo entendido que Inglaterra ofreció repetir el partido el lunes, martes o miércoles siguientes.
Los dirigentes ingleses debían tener en cuenta que el equipo debía jugar contra Chile en Santiago el domingo siguiente. Esto involucraba un viaje aéreo sobre la cordillera de Los Andes, un viaje siempre dudoso y en el que se puede encontrar mal tiempo sobre las montañas de 20.000 pies de altura. Es habitual que cuando persiste el mal tiempo los vuelos se suspendan durante uno o dos días.
La AFA explicó que necesitaba al menos cinco días para completar los arreglos para el partido para imprimir y distribuir las entradas. Estos boletos se utilizan para los partidos y cada espectador debe mostrar su ticket varias veces a los controles y a la policía antes de sentarse en su platea o ingresar a la tribuna.
Esto me sorprendió bastante y le expliqué a un funcionario cómo en Inglaterra permitimos a los espectadores pagar en el molinete el día del partido. Así podemos prescindir de las entradas impresas.
Él se sorprendió, pero su respuesta me sorprendió aún más. Me explicó que por razones de seguridad no consideraba prudente recoger sumas de dinero en el molinete y prefería que las entradas se vendieran fuera del estadio.
SACRILEGIO
El argentino tiene una visión muy peculiar del fútbol. Como prueba de ello recuerdo que me llevaron a la sede de un club donde se exhibía una asombrosa variedad de copas y trofeos de muy alto valor, sin que se tomara precaución alguna para su seguridad.
Teniendo en cuenta lo que me habían contado sobre el temor a los ladrones en los molinetes, me parecía extraño que aquellas valiosas copas y trofeos estuvieran allí a la vista de cualquiera y sin protección alguna.
Mi guía me explicó que, si bien era peligroso juntar dinero en cualquier cantidad, a nadie se le ocurriría robarse alguno de estos trofeos. ¡Eso sería casi un sacrilegio!
Es interesante observar que en los partidos del campeonato los aficionados de cada equipo están separados unos de otros. Esto se puede hacer fácilmente mediante el sistema de tickets.
La AFA hizo un esfuerzo adicional para reprogramar el partido abandonado y sugirió que se jugara cuando el equipo de Inglaterra regresara de Chile. Los dirigentes de la FA no aceptaron esto en vista de los compromisos ya asumidos en Uruguay y los Estados Unidos.
Todo fue muy desafortunado, ya que la Argentina esperó muchos años para ver este partido contra Inglaterra, sólo para que fuera cancelado al cabo de 22 minutos de juego debido a una formidable tormenta.
APUÑALADO
Como es habitual, después del partido internacional se celebró un banquete. Todos recibimos facones especialmente decorados para conmemorar la ocasión. Después de traducir algunos artículos de la prensa local me pareció que, en sentido figurado, en algunos de ellos me habían clavado el cuchillo por la espalda.
Conociendo la prensa que hay por ahí no me preocupó mucho, pero me dio mucha satisfacción que me invitaran a volver a Buenos Aires para arbitrar el partido Argentina vs. España del 9 de julio. Este era el partido de vuelta del que arbitré en Madrid en diciembre del año pasado.
Desgraciadamente mis ocupaciones no me permitieron volver a viajar tan pronto, pero la solicitud de un árbitro y dos jueces de línea es un gran cumplido para los oficiales británicos. También me alegró mucho que un colega mío, y árbitro de la West Riding FA, aceptara el nombramiento. Se trata por supuesto del señor Arthur Luty de Leeds. Tendrá dos árbitros experimentados como asistentes: Cliffe Broome (de Londres) y Ralph Tarrat (de Horsham).
ÚNICO
Creo que es un caso único en la historia del fútbol que los gastos de tres árbitros de un partido de fútbol hayan alcanzado una cifra tan alta. El costo del viaje aéreo y demás gastos fue de alrededor de 1.600 libras esterlinas.
Volviendo a la gira, terminados los dos partidos en la Argentina nos dispusimos a salir en avión hacia Santiago el 20 de mayo para enfrentarnos con Chile el domingo siguiente.
Una gran multitud se reunió en el aeropuerto para despedirnos. Los funcionarios y los periodistas nos desearon un buen viaje y dijeron que esperaban que volviéramos lo antes posible.
Uno de estos periodistas me había criticado en algunos de sus reportajes sobre el partido abandonado, y había hecho muchos comentarios bastante injustificados. Lo vi hablando con algunos de los jugadores y me sorprendió cuando se acercó cálidamente como si fuera un hermano al que no había visto en mucho tiempo.
Más bien despertó mi ira, especialmente cuando comenzó a palmearme la espalda sugiriendo que debería ir a la Argentina para enseñarle a los árbitros locales las leyes del juego.
Fue una oportunidad demasiado buena para dejarla pasar. Lo llevé a un rincón tranquilo del aeropuerto y le conté algunas “verdades caseras”. No hice ningún esfuerzo por andar con rodeos y me expresé en el más puro estilo de Yorkshire.
Quedó bastante desconcertado por un ataque tan frontal, porque en la Argentina los ataques suelen venir por la retaguardia. Hizo un esfuerzo por defenderse diciendo que escribió esos comentarios por instigación de su editor.
Realmente a mucha gente le sorprendería leer los artículos de la prensa y notar las palabras utilizadas en esos informes. Los periodistas no temen acciones por difamación y se aprovechan de ello.
Para cerrar el capítulo argentino de la gira (y satisfacer a los lectores que me escribieron) debo informar que nunca supe qué jugador ganó el Mercedes-Benz donado por el presidente Perón por la victoria el 3- 1 del equipo argentino sobre el de la FA.
La próxima semana: a Chile para conocer a los hermanos Robledo.
#5 SPORT (semana que finaliza el 25 de julio de 1953)
Este es el quinto artículo de la gira Sudamericana, una serie aportada exclusivamente para “Sport” por Arthur Ellis, árbitro de fama mundial quien fue el primero en acompañar a un equipo de fútbol de Inglaterra en una gira.
STRIP-TEASER CHILENA FUE DEBIDAMENTE “ENGANCHADA”
Habíamos dejado atrás la Argentina (y la polémica del partido internacional abandonado), y ahora íbamos a Chile. Ninguno de los jugadores había sobrevolado los Andes anteriormente. Las cámaras fotográficas estuvieron a la vista y listas mucho antes de que llegáramos a las montañas.
Volamos a más de 24.000 pies de altura, pero incluso a tal altura parecía que apenas superábamos la cima de los picos nevados. Las condiciones eran casi perfectas y fue maravilloso ver el territorio que se extendía debajo por cientos de millas.
El vuelo desde Buenos Aires nos llevó unas cuatro horas. Al aterrizar en Santiago nos dieron la habitual bienvenida oficial. Luego nos condujeron al autobús que nos llevaría a nuestro hotel que quedaba a unos cinco kilómetros de distancia.
El autobús era muy anticuado. Aunque la carretera estaba en muy mal estado, los amortiguadores del autobús estaban aún peor. ¡Bill Eckersley todavía jura que los neumáticos eran de goma maciza!
La risa más grande de todas se produjo cuando nuestro conductor giró en una curva y enfrentó un sol deslumbrante. Para protegerse del sol colocó sobre el parabrisas una media de mujer, que había sido cortada y estirada entre dos alambres para formar una cortina.
Fue un artilugio algo tosco pero cumplió acabadamente con su propósito, a pesar de los comentarios groseros y los aullidos de alegría cuando ese “batidor de huesos” estacionó en la entrada principal del hotel.
Walter Winterbotton pronto arregló las cosas e insistió en un mejor vehículo. Cuando al día siguiente fuimos a entrenar nos llevaron al Country Club en un autobús mucho más moderno.
CHILLY CHILE (resfrío chileno)
Nos alojamos en el Hotel Carreras, catalogado como uno de los mejores de Sudamérica. Posee más de 400 habitaciones, comedores palaciegos, su propia discoteca y salón de baile, y en la terraza tiene una gran piscina al aire libre.
La comida me pareció excelente, aunque desafortunadamente Alf Ramsey, Ivor Broadis, John Berry, Jack Froggatt y Roy Bentley comenzaron a sufrir lo que se conoce como “Chilly Chile”. Es un resfrío severo con leve enteritis.
Los días previos al partido el entrenador Jimmy Trotter estuvo completamente ocupado atendiendo a estos pacientes.
Durante nuestra visita de nueve días a Chile el clima fue muy desagradable. Llovió casi siempre. Sin embargo, eso no nos impidió entrenar. Incluso logramos jugar algunas rondas de golf. Como yo era un novato en el juego me pusieron entre los “conejos” junto con Tommy Taylor y Walter Winterbotton. Si bien ninguno de nosotros rompió el récord en el campo, tuvimos la distinción de no perder ninguna pelota de golf, un hecho notable si se toman en cuenta las incómodas posiciones en las que a menudo nos encontramos.
Cuando el tiempo fue demasiado severo para entrenar al aire libre utilizamos el gimnasio de la Universidad. En otras ocasiones entrenamos en el famoso Country Club Príncipe de Gales en las afueras de la ciudad.
En nuestro primer entrenamiento en ese club el director de una escuela cercana de habla inglesa les dio permiso a todos los niños para observar a nuestros jugadores durante el entrenamiento. Se quedaron más de dos horas y se mostraron reacios a regresar a sus clases, pero estuvieron encantados de obtener autógrafos de muchos de los jugadores a quienes hasta ese entonces sólo conocían por el nombre.
Cuando estoy en el extranjero siempre me gusta ir a ver algún entretenimiento inusual. Un pequeño grupo sugirió visitar un espectáculo burlesco. Elegimos uno al azar en un periódico y le dijimos al conductor del taxi que nos llevara allí.
Tuvimos mala suerte en nuestra elección a ciegas porque nos encontramos en la zona más pobre de la ciudad. Los mejores asientos en este espectáculo solo costaban 2 chelines y 3 peniques.
El teatro no deber haber cambiado mucho en los últimos 50 años, ya que estaba equipado con asientos de madera y el piso era de aserrín. Sólo la curiosidad de lo que podría seguir nos impulsó a quedarnos para ver el espectáculo.
Una “orquesta” de cuatro personas proporcionó el acompañamiento musical. Pero no estaban muy sobrecargados en su labor ya que entre actos pasaban el tiempo leyendo el diario.
Como es habitual en muchos de estos espectáculos, hubo un acto de striptease. Noté que un espectador en la primera fila al principio pareció tomar el show con bastante tranquilidad. Pero a medida que avanzó el striptease y las prendas comenzaron a caer, aumentó su impaciencia e intentó remover la última prenda con el gancho de su bastón.
El público se alborotó. La artista nunca se dio cuenta de este intento de quitarle el velo y se mostró desconcertada ante toda esta conmoción que no hizo más que aumentar la diversión general.
La ovación que recibió me hizo recordar a los music-halls de hace 40 años pero, ¡vaya una noche para recordar!
El tema generalizado entre la comunidad futbolística local era si la Federación Chilena convocaría a George y Ted Robledo para el partido contra Inglaterra. En la Embajada Británica tuve el placer de conocer a los Robledo junto a su madre, y me dijeron que no serían incluidos en el equipo.
Como recordarán, los hermanos Robledo fueron transferidos desde el Newcastle United al club de la Coca-Cola (sic) de Santiago (NdT: el club era el Colo-Colo).
Pude pasar unas horas con la familia Robledo en su hotel, pues aún no habían conseguido alojamiento propio. La señora Robledo parecía sentirse muy a gusto con sus antiguas colegas docentes de la escuela, pero no pude evitar sentir que George y Ted tendrán que dedicar muchas horas de estudio para dominar el idioma chileno.
De todas las personas que encontré en el fútbol, no recuerdo a una madre que desempeñara un papel tan importante en las carreras futbolísticas de sus hijos.
Desde el momento en que el fallecido Sr. Angus Seed los fichó para Barnsley, todas sus transferencias —al Newcastle United y luego a Chile— fueron negociadas en gran medida por la Sra. Robledo, quien siempre actuó en calidad de representante.
Se cree que la decisión de no incluir a los Robledo se debió a su llegada tardía desde Inglaterra, y al hecho de que nunca habían jugado con sus compañeros que llevaban semanas entrenando intensamente.
Visité el campo de juego junto con los jugadores el día antes del partido. El estadio está inspirado en el Estadio Olímpico de Ámsterdam, y es uno de los más bellos del mundo. La capacidad normal de 45.000 asientos fue aumentada a 54.000 al cubrir el velódromo perimetral con asientos improvisados.
A la vista de los resultados de la gira por Argentina, los locales confiaban en una victoria para revertir la derrota por 2-0 que les propinó Inglaterra en el Mundial de 1950.
Los chilenos fueron cuidadosos al señalar que durante esta temporada ya habían vencido dos veces a Uruguay, por 3-2 y 2-0.
La semana que viene: el partido y algunos de los acontecimientos insólitos que tuvieron lugar durante el entretiempo.
#6 SPORT (semana que finaliza el 1º de agosto de 1953)
Dice ARTHUR ELLIS (árbitro mundialmente famoso):
ESTABA LISTO PARA ESTE "CAMBIO" DE PLAN
Después de ser “atrapado” en Buenos Aires.
A menudo se afirma que la imitación es la forma más sincera de adulación. En su partido contra Inglaterra del 24 de mayo de 1953, Chile decidió imitar la forma en que la FA organiza la final de la Copa en Wembley.
Viajé al estadio de Santiago con la delegación de la FA y llegué allí 1 ½ hora antes del inicio del partido. Encontré el estadio lleno en su máxima capacidad. Esperando mi llegada se encontraba el Jefe de Policía, quien se presentó y explicó que le habían asignado cuidarme durante el partido. Para enfatizarlo señaló a un escuadrón de 20 policías que estaban allí para ayudar, incluso en forma práctica si era necesario.
El Jefe de Policía me condujo al vestuario de los árbitros donde conocí a mis dos jueces de línea chilenos. No pude hablar con ellos en su propio idioma, pero les expliqué a través del intérprete lo que esperaba que hicieran, y repasé los puntos principales del control del partido. Parecieron entender todos mis requisitos.
SUSTITUTOS
Los acuerdos entre los equipos respecto a los sustitutos de los jugadores fueron los habituales. Se podía cambiar al arquero en cualquier momento del partido, y se podía cambiar a otro jugador de campo hasta el minuto 44, pero siempre que estos jugadores estuvieran realmente lesionados.
Esta cuestión de los sustitutos es siempre un factor problemático para el árbitro, porque un jugador puede simular fácilmente una lesión. Si un jugador está teniendo un pobre partido y las cosas no le salen bien, lo más fácil del mundo es que de repente descubra que sufre un tirón muscular. Interiormente sentí que fui engañado en el partido de Buenos Aires cuando Méndez sustituyó a Cecconato en el minuto 43 del primer tiempo. El reemplazo de este jugador argentino fue tan obvio que, sin duda, se trató de un plan preestablecido. Pero yo, como árbitro, nada pude hacer.
La experiencia me enseñó a ser más cuidadoso en futuros partidos para tratar de detectar cualquier plan preconcebido. En el partido contra Chile el primer tiempo transcurrió muy bien y ninguno de los dos equipos logró sacar una ventaja decisiva.
En el minuto 44, aproximadamente, Inglaterra tuvo un saque de meta. Mientras Gil Merrick ejecutaba el tiro noté que Rojas, el lateral izquierdo de Chile —quien hasta ese momento no había prevalecido en sus encuentros con Tom Finney— yacía en el suelo asumiendo obviamente algún tipo de lesión. Ya que no había ninguna causa aparente por la que debería hacer esto, no detuve el juego.
Se ejecutó el saque de meta, el juego se prolongó por un corto tiempo, y el balón salió fuera por la línea de banda. En ese momento ya habíamos jugado 44 ½ minutos y llamé al entrenador para que asista a su jugador Rojas.
Como esperaba, el entrenador insistió en reemplazarlo. Pero yo me negué pues ya había expirado el tiempo previsto y además estaba convencido de que a Rojas no le pasaba nada.
Rápidamente saqué al entrenador del campo y el partido continuó hasta el descanso sin que se marcaran goles. Aunque las Reglas dicen que el intervalo es de cinco minutos, es común que en Sudamérica se tomen al menos diez minutos.
Una vez transcurrido este tiempo, le indique a los equipos inglés y chileno que reanudaran el juego. Cuando ingresé el campo noté que sólo había retornado el equipo inglés. Incluso la banda de música se mostró impaciente porque comenzaron a tocar la canción escocesa "Auld Lang Syne".
Al cabo de unos minutos fui al túnel para investigar, y encontré al equipo chileno saliendo lentamente. Por la forma en la que caminaban obviamente había algo fuera de lo común. También observé que sólo eran nueve jugadores. Esto me impulsó a dirigirme al vestuario donde descubrí a los dos jugadores desaparecidos. Uno de ellos era Rojas, completamente desnudo y siendo masajeado, mientras el otro insistía en quedarse junto a él hasta que estuviera perfectamente en forma.
Les expliqué que el intervalo ya había durado 23 minutos y que tenía la intención de reiniciar el juego inmediatamente con los 9 hombres que ya estaban en el campo. Mi ultimátum tuvo el efecto deseado, pues al salir de la sala uno de los jugadores me siguió y al cabo de un retraso de 28 minutos comenzamos la segunda parte.
FINGIENDO
Cuando ya se llevaban jugados tres minutos de esta mitad, Broadis tomó el balón y lo centró para que Tommy Taylor lo mandará al fondo de la red. Cuando comenzó esta jugada noté que Rojas volvía al campo. Esto demostró que mi suposición era absolutamente correcta, y que había estado fingiendo estar lesionado para habilitar su reemplazo. El método de ingreso al campo fue contrario a las leyes del juego, pero habría dado una ventaja al bando infractor si hubiera detenido el juego en ese preciso momento. El gol de Taylor fue recibido con un silencio sepulcral. Alf Ramsey me dijo después que no se dio cuenta de que Inglaterra había marcado un gol hasta que notó que los jugadores se acercaban al centro del campo.
Chile se mantuvo en el partido y luchó para alcanzar el empate. Después de 15 minutos Díaz, el exterior izquierdo, recibió un balón unas 10 yardas completamente fuera de juego. Pero por alguna razón el juez de línea de ese lado no levantó su bandera. Detuve el juego y sancioné el offside. Mi decisión fue recibida con silbidos y una lluvia de naranjas al campo de juego.
Poco después de este incidente, Nat Lofthouse pateó accidentalmente al central chileno Farías en el pecho al recuperar el balón. Dos jugadores chilenos pensaron que era una falta intencional y corrieron hacia Lofthouse. Yo estaba muy cerca y, luego de un breve altercado, las cosas volvieron a la normalidad.
TODO DE INGLATERRA
A partir de este momento todo fue de Inglaterra. El público rindió pleno homenaje a otro gol inglés, y hasta los vítores fueron acompañados por una fanfarria de los trompetistas de la banda de música.
Faltando ocho minutos para el final Díaz anotó un gol algo afortunado para Chile. El tiro iba directo al arquero Merrick, pero el balón golpeó en un jugador chileno que estaba de espaldas a la portería y se elevó por encima de su cabeza hacia la red.
Los principales periódicos de Chile dijeron que la actuación de Inglaterra, el "Rey del Fútbol", fue decepcionante. El Sr. H. Shentall, Presidente del Comité de Selección lo resumió diciendo: "Estamos contentos de ganar fuera de casa, pero desearíamos haber ganado de manera más convincente”.
Mi impresión del público chileno es que se comportan muy bien, si se les perdona su hábito de lanzar naranjas. Pero incluso esto no estuvo exento de compensaciones, ya que un jugador inglés reservó tranquilamente una de estas naranjas, la colocó junto a un poste del arco y me dijo: "Esta será más útil en el entretiempo".
#7 SPORT (semana que finaliza el 8 de agosto de 1953)
Después de ser “atrapado” en Buenos Aires.
A menudo se afirma que la imitación es la forma más sincera de adulación. En su partido contra Inglaterra del 24 de mayo de 1953, Chile decidió imitar la forma en que la FA organiza la final de la Copa en Wembley.
Viajé al estadio de Santiago con la delegación de la FA y llegué allí 1 ½ hora antes del inicio del partido. Encontré el estadio lleno en su máxima capacidad. Esperando mi llegada se encontraba el Jefe de Policía, quien se presentó y explicó que le habían asignado cuidarme durante el partido. Para enfatizarlo señaló a un escuadrón de 20 policías que estaban allí para ayudar, incluso en forma práctica si era necesario.
El Jefe de Policía me condujo al vestuario de los árbitros donde conocí a mis dos jueces de línea chilenos. No pude hablar con ellos en su propio idioma, pero les expliqué a través del intérprete lo que esperaba que hicieran, y repasé los puntos principales del control del partido. Parecieron entender todos mis requisitos.
SUSTITUTOS
Los acuerdos entre los equipos respecto a los sustitutos de los jugadores fueron los habituales. Se podía cambiar al arquero en cualquier momento del partido, y se podía cambiar a otro jugador de campo hasta el minuto 44, pero siempre que estos jugadores estuvieran realmente lesionados.
Esta cuestión de los sustitutos es siempre un factor problemático para el árbitro, porque un jugador puede simular fácilmente una lesión. Si un jugador está teniendo un pobre partido y las cosas no le salen bien, lo más fácil del mundo es que de repente descubra que sufre un tirón muscular. Interiormente sentí que fui engañado en el partido de Buenos Aires cuando Méndez sustituyó a Cecconato en el minuto 43 del primer tiempo. El reemplazo de este jugador argentino fue tan obvio que, sin duda, se trató de un plan preestablecido. Pero yo, como árbitro, nada pude hacer.
La experiencia me enseñó a ser más cuidadoso en futuros partidos para tratar de detectar cualquier plan preconcebido. En el partido contra Chile el primer tiempo transcurrió muy bien y ninguno de los dos equipos logró sacar una ventaja decisiva.
En el minuto 44, aproximadamente, Inglaterra tuvo un saque de meta. Mientras Gil Merrick ejecutaba el tiro noté que Rojas, el lateral izquierdo de Chile —quien hasta ese momento no había prevalecido en sus encuentros con Tom Finney— yacía en el suelo asumiendo obviamente algún tipo de lesión. Ya que no había ninguna causa aparente por la que debería hacer esto, no detuve el juego.
Se ejecutó el saque de meta, el juego se prolongó por un corto tiempo, y el balón salió fuera por la línea de banda. En ese momento ya habíamos jugado 44 ½ minutos y llamé al entrenador para que asista a su jugador Rojas.
Como esperaba, el entrenador insistió en reemplazarlo. Pero yo me negué pues ya había expirado el tiempo previsto y además estaba convencido de que a Rojas no le pasaba nada.
Rápidamente saqué al entrenador del campo y el partido continuó hasta el descanso sin que se marcaran goles. Aunque las Reglas dicen que el intervalo es de cinco minutos, es común que en Sudamérica se tomen al menos diez minutos.
Una vez transcurrido este tiempo, le indique a los equipos inglés y chileno que reanudaran el juego. Cuando ingresé el campo noté que sólo había retornado el equipo inglés. Incluso la banda de música se mostró impaciente porque comenzaron a tocar la canción escocesa "Auld Lang Syne".
Al cabo de unos minutos fui al túnel para investigar, y encontré al equipo chileno saliendo lentamente. Por la forma en la que caminaban obviamente había algo fuera de lo común. También observé que sólo eran nueve jugadores. Esto me impulsó a dirigirme al vestuario donde descubrí a los dos jugadores desaparecidos. Uno de ellos era Rojas, completamente desnudo y siendo masajeado, mientras el otro insistía en quedarse junto a él hasta que estuviera perfectamente en forma.
Les expliqué que el intervalo ya había durado 23 minutos y que tenía la intención de reiniciar el juego inmediatamente con los 9 hombres que ya estaban en el campo. Mi ultimátum tuvo el efecto deseado, pues al salir de la sala uno de los jugadores me siguió y al cabo de un retraso de 28 minutos comenzamos la segunda parte.
FINGIENDO
Cuando ya se llevaban jugados tres minutos de esta mitad, Broadis tomó el balón y lo centró para que Tommy Taylor lo mandará al fondo de la red. Cuando comenzó esta jugada noté que Rojas volvía al campo. Esto demostró que mi suposición era absolutamente correcta, y que había estado fingiendo estar lesionado para habilitar su reemplazo. El método de ingreso al campo fue contrario a las leyes del juego, pero habría dado una ventaja al bando infractor si hubiera detenido el juego en ese preciso momento. El gol de Taylor fue recibido con un silencio sepulcral. Alf Ramsey me dijo después que no se dio cuenta de que Inglaterra había marcado un gol hasta que notó que los jugadores se acercaban al centro del campo.
Chile se mantuvo en el partido y luchó para alcanzar el empate. Después de 15 minutos Díaz, el exterior izquierdo, recibió un balón unas 10 yardas completamente fuera de juego. Pero por alguna razón el juez de línea de ese lado no levantó su bandera. Detuve el juego y sancioné el offside. Mi decisión fue recibida con silbidos y una lluvia de naranjas al campo de juego.
Poco después de este incidente, Nat Lofthouse pateó accidentalmente al central chileno Farías en el pecho al recuperar el balón. Dos jugadores chilenos pensaron que era una falta intencional y corrieron hacia Lofthouse. Yo estaba muy cerca y, luego de un breve altercado, las cosas volvieron a la normalidad.
TODO DE INGLATERRA
A partir de este momento todo fue de Inglaterra. El público rindió pleno homenaje a otro gol inglés, y hasta los vítores fueron acompañados por una fanfarria de los trompetistas de la banda de música.
Faltando ocho minutos para el final Díaz anotó un gol algo afortunado para Chile. El tiro iba directo al arquero Merrick, pero el balón golpeó en un jugador chileno que estaba de espaldas a la portería y se elevó por encima de su cabeza hacia la red.
Los principales periódicos de Chile dijeron que la actuación de Inglaterra, el "Rey del Fútbol", fue decepcionante. El Sr. H. Shentall, Presidente del Comité de Selección lo resumió diciendo: "Estamos contentos de ganar fuera de casa, pero desearíamos haber ganado de manera más convincente”.
Mi impresión del público chileno es que se comportan muy bien, si se les perdona su hábito de lanzar naranjas. Pero incluso esto no estuvo exento de compensaciones, ya que un jugador inglés reservó tranquilamente una de estas naranjas, la colocó junto a un poste del arco y me dijo: "Esta será más útil en el entretiempo".
#7 SPORT (semana que finaliza el 8 de agosto de 1953)
Después de Argentina y Chile.
URUGUAY FUE MUCHO MÁS PARECIDO A CASA
Cumplidos los compromisos en la Argentina y Chile, el siguiente partido de la gira de la FA —y el que se reconocía como el más importante— fue contra el campeón del mundo vigente, Uruguay, en Montevideo.
Esto implicó otro vuelo sobre los Andes, pero una vez más los elementos climáticos jugaron en nuestra contra. Nos vimos obligados a permanecer dos días más en Santiago antes de que el tiempo mejorara un poco y pudiéramos emprender el viaje.
La distancia de Santiago a Montevideo es de 550 millas. Cuando llegamos al aeropuerto las condiciones eran tan malas que no pudimos aterrizar y nos derivaron a Buenos Aires. La distancia no es muy grande, ya que se encuentra en la margen opuesta del estuario del Río de la Plata, donde el río Paraná se une al mar.
Eran las 10 de la noche cuando aterrizamos nuevamente en Argentina, y nos sorprendió mucho que fuéramos recibidos por los funcionarios de la AFA. Les habían informado que nos habían desviado y aprovecharon la oportunidad para ofrecernos nuevamente su hospitalidad, y proponer una vez más que el partido pospuesto se jugara antes de que el equipo inglés abandonara el Hemisferio Sur.
Sin embargo, la repetición del partido estuvo fuera de toda discusión y, después de pasar la noche en Buenos Aires, despegamos a la mañana siguiente y llegamos a Montevideo.
CONTRATIEMPO
El retraso de nuestra llegada alteró bastante los arreglos y de mutuo acuerdo se pospuso el partido del sábado al domingo.
Nos alojamos en el Park Hotel. Es un hotel propiedad del gobierno reservado para los huéspedes oficiales del país. La delegación de la FA fue tratada como invitados del gobierno y sólo lo mejor era suficientemente bueno. Es un hotel palaciego, con un casino que abre todas las noches a las 22:00 horas y continúa abierto hasta las 2:00 horas. Había unas doce mesas para jugar al baccarat y la ruleta que estuvieron ocupadas toda la noche.
En cada mesa había unos nueve funcionarios impecablemente vestidos de etiqueta y yo me interesé en el croupier mientras retiraba las ganancias. Las apuestas variaban desde un peso hasta cualquier cantidad. La apuesta más pequeña rondaba la media corona.
Debo decir que en la delegación de la FA no había apostadores habituales pero, fuimos nombrados socios honorarios del Casino y decidimos probar suerte en las mesas con la esperanza de emular la suerte de quien rompió la banca de Montecarlo.
Ninguno fue tan afortunado, pero un periodista ganó la modesta suma de £ 6 en media hora. Mi pequeña inversión se agotó rápidamente.
SIN POLICÍA
El partido se jugó ante un aforo de 80.000 personas en el Estadio Centenario de Montevideo. El partido era esperado con gran impaciencia y fue etiquetado: "Los Campeones del Mundo de 1950 (Uruguay) contra los "Reyes del Fútbol" (Inglaterra)”. Unos días antes una pequeña lluvia hizo que las condiciones del campo fueran casi perfectas y muy del agrado de los jugadores ingleses.
Como en la mayoría de los campos de Sudamérica, un enorme alambrado separaba a los espectadores del terreno de juego. Una notable característica durante nuestra visita a Uruguay fue la casi total ausencia de escoltas policiales o escuadrones de unidades militares.
En mi opinión, los uruguayos son muy pro-británicos. De no ser por el alambrado, uno podría haber imaginado que el partido se jugaba en Inglaterra.
Creo que la mayoría de nosotros estábamos muy contentos de que no hubiera formalidades previas al partido (presentaciones, bandas de música, etc.) A las 2.55 exactamente di la señal para que los equipos salieran al campo y, sin que siquiera sonara un Himno Nacional, nos pusimos manos a la obra como en cualquier partido de la liga de fútbol inglesa.
El partido comenzó de manera sensacional. A los tres minutos Nat Lofthouse se abrió paso y, con el portero vencido, el balón dio una loca voltereta alrededor de la portería golpeó ambos postes y el travesaño, y volvió nuevamente a las manos del arquero.
Este esfuerzo temprano realmente puso algo nerviosos a los espectadores, pero unos momentos más tarde Uruguay atacó y golpeó el travesaño de Inglaterra con un fuerte disparo. Los fanáticos estaban realmente muy emocionados.
Hacía mucho tiempo que Inglaterra no jugaba tan bien, pero no tuvo suerte. En este primer período pudo haber marcado tres veces, y en una ocasión Ivor Broadis estrelló el balón contra el poste del arco con el arquero en el suelo.
No es raro que el equipo que ataca temprano se repliegue antes del medio tiempo, y este partido fue otro ejemplo de ello. A medida que se acercó el descanso Uruguay atacó por el extremo derecho y Abbadie envió un disparo desde 20 metros que derrotó a Gil Merrick.
La segunda mitad también fue principalmente a favor de Inglaterra, pero después de 60 minutos Cabrera cabeceó desde corta distancia dándole a Uruguay una ventaja de 2-0. Inglaterra luchó desesperadamente para sacar el juego del fuego y, cuando sólo quedaban dos minutos para el final, Tommy Taylor mandó el balón a la red después de que Tom Finney centró un tiro libre hacia la portería.
El resto del tiempo de juego debió parecer una eternidad para Uruguay, pues Inglaterra recuperó su mejor forma. Pero ya era demasiado tarde, la defensa local aguantó, y les otorgó a los campeones de la Copa del Mundo otra pluma para su sombrero al vencer por 2-1.
Debido a la multitud nuestro ómnibus tardó algún tiempo en avanzar. Alguien en el grupo comenzó a cantar "Land of Hope and Glory". Todos nos unimos y cantamos durante el camino de regreso al hotel.
Que un equipo derrotado se ponga a cantar es algo inaudito en Sudamérica, pero estoy seguro de que esta acción dejó una acabada impresión del espíritu deportivo británico.
EL MEJOR
Uruguay es sin dudas el mejor equipo de fútbol de esta parte del mundo. Pueden jugar muy buen fútbol. Durante el segmento del partido en el que prevalecieron mostraron el verdadero toque sudamericano. El balón pasó de hombre a hombre, algo que preocupó al equipo de Inglaterra. Pero los tiros al arco que pusieron a Merrick en aprietos se contaron con los dedos de una mano.
El director técnico de la selección inglesa, Walter Winterbottom, dijo más tarde: "Incluso teniendo en cuenta la suerte y las muchas pequeñas faltas innecesarias, Uruguay jugó el mejor fútbol que he visto en mi vida. Su defensa es magnífica, pero estoy seguro de que podríamos vencerlos en Wembley."
Mis impresiones fueron que era una lástima que cuando sus jugadores se vieron superados recurrieron a codazos, tirones de camisetas y tácticas obstruccionistas que son tan comunes en Sudamérica. El juego de la selección uruguaya fue lo suficientemente bueno como para prescindir de métodos tan dudosos.
Estas tácticas representan un problema importante para cualquier árbitro, porque si se penalizara cada pequeña acción advertida, el partido se convertiría en un concierto de silbatazos con muy poco juego.
No hay dudas de que las autoridades del fútbol en América del Sur estarían felices si pudieran superar esta dificultad, y creo que fueron sinceros en sus esfuerzos cuando me ofrecieron quedarme en Uruguay para convertirme en Instructor en Jefe de los Árbitros con un sueldo considerable.
Como están las cosas hoy en día, los dirigentes de los clubes ejercen gran influencia en los nombramientos de los árbitros y en la política general de administración. En mi opinión, la única solución es que las Asociaciones de cada país se alejen de la influencia de los clubes y se conviertan en entidades independientes como se estila en Inglaterra.
Para ilustrar este punto, me comentaron de un club que nunca había sido derrotado en su propio campo con un árbitro sudamericano a cargo.
Las circunstancias eran tan obvias que, para arreglar las cosas, le pidieron a mi amigo y colega, Godfrey Sunderland, que se hiciera cargo de un partido importante del campeonato. Con gran valentía se hizo cargo del partido y lo dirigió como era de esperarse. Pero cuando el equipo visitante se adelantó en los últimos minutos, fue brutalmente atacado y hasta le rompieron el reloj para evitar que el resto del partido fuera cronometrado correctamente.
Hay muchos cambios que se podrían hacer en la forma en la que se lleva a cabo el juego. Pero, como ocurre con la mayoría de las cosas, eso demandará tiempo.
En lo que a mí concierne, el arbitraje del partido Uruguay-Inglaterra puso fin a esta maravillosa gira. En ese momento me separé de la delegación de la FA y regresé a Inglaterra. Naturalmente, me decepcionó mucho que mis ocupaciones no me permitieran acompañarlos a Nueva York.
¡Ciertamente, esta ha sido una gira para recordar!
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