Viejos Estadios

La cancha de San Lorenzo que no es el Gasómetro

La ubicación de esta ignota cancha de fútbol nos depara una sorpresa y a la vez nos brinda la oportunidad de repasar algunos hechos significativos del amanecer de nuestra Nación.
Esta cancha de fútbol quedaba en el Campo de la Gloria en San Lorenzo (Santa Fe), frente al Convento de San Carlos, donde el Regimiento de Granaderos a Caballo tuvo su bautismo de fuego.


El 3 de febrero de 1813 el Regimiento de Granaderos a Caballo al mando de José de San Martín derrotó en San Lorenzo una incursión de una flotilla realista que, desde el puerto de Montevideo, interfería el tráfico fluvial de los ríos Paraná y Uruguay.

El Combate fue breve (no más de 15 minutos) pero cruento. Los Patriotas perdieron 16 granaderos y tuvieron 26 heridos. Los Realistas sufrieron 40 bajas, otros 14 infantes fueron tomados prisioneros y se capturó el estandarte enemigo.
La heroicidad del soldado Cabral, quien murió protegiendo a San Martín, es legendaria. Menos recordados son los otros 15 granaderos que perecieron en combate. Provenían de todas las regiones del país e incluso del extranjero.

Un hecho curioso fue que la bandera del enemigo fue tomada por el alférez Hipólito Bouchard, natural de Francia, y quien entre 1817 y 1819 circunnavegaría el Globo con patente de corso de las Provincias Unidas del Río de la Plata al mando de la fragata “La Argentina”.

El Combate de San Lorenzo fue una victoria decisiva para la causa de la independencia sudamericana; no por la envergadura del enfrentamiento, sino por su significado y trascendencia. Esto es lo que en 1910 decía el General Pablo Riccheri.

Antes de ser una autopista (mal llamada Ricchieri), el coronel Riccheri fue Ministro de Guerra de Julio A. Roca entre 1900 y 1904. Se lo considera el primer oficial profesional —no formado en los campos de batalla— que alcanzó la jefatura del ejercito y promovió su modernización.

Riccheri era invitado frecuentemente a las fiestas de entrega de las Copas de Football y Rugby que, cada fin de temporada, se celebraban en el muy británico Prince George’s Hall ubicado en la calle Cuyo (hoy Sarmiento) entre Libertad y Talcahuano.


El sport era una práctica excelente para los soldados y jóvenes entre los que el ejército reclutaba sus filas. En 1901 Riccheri impulsó la ley 4031 de servicio militar. En 1903 recreó el Regimiento de Granaderos a Caballo (disuelto luego de la Guerra de la Independencia).

En 1902 Cayetano Alberto Silva, un músico uruguayo descendiente de esclavos, ofreció a Riccheri una marcha de su autoría recién compuesta. El Ministro propuso dedicarla al Combate de San Lorenzo (su pueblo natal) y que se estrenara en un acto público.

La marcha de San Lorenzo fue interpretada por primera vez el 30 de octubre de 1902 en la ciudad de Santa Fe, en el acto de inauguración de la estatua ecuestre de San Martín que contó con la presencia del presidente Roca. Fue adoptada como marcha oficial del ejército argentino.

En 1907 Carlos Javier Benielli, un maestro mendocino conocido de Silva, compuso la letra. Todo alumno de las escuelas argentinas recuerda de memoria los magníficos versos de esta marcha, que siempre supo levantar el mayor fervor y entusiasmo entre los escolares.

Esta versión sería la letra original de la marcha de San Lorenzo, extractada de un libro de poemas y canciones editado en Rosario. La transcripción contiene errores, pues quizás fue transmitida oralmente. La letra vigente es la que fue adaptada para que se cante en las escuelas.

Apremios económicos forzaron a Silva a malvender en 1905 los derechos de la música de la marcha de San Lorenzo a la casa editora Breyer, que ganó un concurso organizado por la corona británica para seleccionar la pieza a interpretar durante la coronación del rey Jorge V en 1911.

La marcha de San Lorenzo integra el repertorio de bandas militares del Reino Unido, Alemania, Polonia, Brasil y Uruguay, entre otros países. Está considerada una de las 5 mejores marchas militares de todos los tiempos.

Riccheri era natural de San Lorenzo y conocía muy bien la zona. En 1910, al acercarse el primer Centenario del Combate, expresó su profunda preocupación para que se tomarán las medidas necesarias para preservar el histórico sitio para las futuras generaciones.

Las celebraciones del Centenario del Combate de San Lorenzo en 1913 contaron con la presencia del Presidente Roque Sáenz Peña, acompañado por el Regimiento de Granaderos a Caballo (recreado por Riccheri 10 años antes).

Aunque cueste creerlo, alrededor de 1920 se construyó una cancha de futbol en el Campo de la Gloria. La acepción original de la palabra “cancha” es: terreno llano y despejado. No deberíamos entonces culpar a quienes quisieron homenajear al Libertador corriendo tras la redonda.

En esa cancha jugó el Club Atlético Argentino, entidad fue fundada en San Lorenzo el 24 de marzo de 1918. La camiseta era azul y blanca a rayas verticales. Argentino de San Lorenzo en 1926.


En esos mismos años, Riccheri fue propuesto como candidato de consenso para la Presidencia de la Asociación Argentina de Football, para superar las profundas divergencias existentes entre los clubes y que finalmente condujeron a la escisión de la Asociación Amateurs en 1919.


A partir de los años ’20 todo el sitio del Combate de San Lorenzo comenzó una gradual pero sostenida declinación por falta de mantenimiento y vandalismo de los visitantes.



En 1939 la revista Caras y Caretas publicó un artículo que alertó del gravísimo estado de deterioro en el que se encontraban el Convento de San Carlos y los demás sitios históricos a su alrededor.

Al tomar conciencia del deterioro, el sitio fue restaurado. Se construyó una lámpara votiva en el Campo de la Gloria frente al Convento. En 1950 se conmemoró el primer centenario del fallecimiento de San Martín y fue declarado “Año del Libertador.”


En 1950 el Club Atlético San Lorenzo de Almagro inauguró en su sede de la Av. La Plata un importante salón de actos al que apropiadamente llamó San Martin y decoró con un imponente mural del artista Juan Carlos Lamela: “La Carga de los Granaderos a Caballo.”

Cuando en 1982 se vendió el terreno de la Av. La Plata y demolieron todas las instalaciones para construir un local comercial, esta obra de arte se perdió para siempre.


En 2017 el Grupo Artístico de Boedo —que pintó más de 100 murales en el barrio— recreó el mural de Lamela (estudiaron antiguas filmaciones para recabar datos precisos del color y envergadura de la obra). Auguro que este nuevo mural encuentre su lugar en el nuevo estadio.



En los años ’70 se realizaron mejoras en el Campo de la Gloria. El terreno fue parquizado con árboles dispuestos en forma de arcos que semejan las trayectorias seguidas por las cargas de los granaderos a caballo.
En 2009 se construyó un paseo ribereño sobre la barranca del Río Paraná. Esta construcción fue severamente dañada por un desmoronamiento en 2016 (como había alertado Riccheri 106 años antes). Hoy se evalúan las instancias técnicas y contractuales para su reparación.



Ambas “canchas” de San Lorenzo —la del Combate y el Club— atravesaron vicisitudes tan severas que comprometieron sus legados al punto de correr el riesgo de ser olvidados. Merced al esfuerzo colectivo, revirtieron tan aciaga situación y renovaron su vigencia.

El próximo domingo se celebra el 206º aniversario del Combate de San Lorenzo y habrá fecha de 1ª división. Ojalá este hilo ayude a recordar tan magno día. Nota al pie: en 1974 también se jugó una fecha de fútbol un domingo 3 de febrero y dejó este recordado superclásico.

La cancha más "pituca" de Buenos Aires

Una somera recorrida por el Pabellón de la Rosas, en la que se mezclan algunos hitos del desarrollo urbano de la ciudad con los orígenes del fútbol y el tango.

Muchos recuerdan que River Plate tuvo un gran estadio en la Recoleta (Alvear y Tagle), pero pocos saben que en la manzana contigua hubo otra cancha de fútbol oficial, en el denominado Pabellón de las Rosas.

A mediados del siglo XIX el límite urbano de Buenos Aires era el arroyo Manso, que desembocaba en el Río por la actual calle Austria. De este arroyo partía un canal a lo largo del Camino de Palermo (hoy Av. del Libertador), que conducía a la residencia de Juan Manuel de Rosas.

El saneamiento de la desembocadura del arroyo Manso (canalización y posterior entubación) revalorizó los terrenos de la zona, que gradualmente comenzaron a ser usados para edificar las residencias de las clases más adineradas.

A principios del siglo XX la Municipalidad construyó un amplio edificio para eventos sociales y deportivos en un terreno de su propiedad, ubicado en la manzana delimitada por la Av. Alvear (hoy Av. del Libertador), Tagle, vías del FC Norte (hoy Av. F. Alcorta) y S. de Bustamante.

El Pabellón de las Rosas constaba de un enorme salón central con galerías, apto para todo tipo de eventos. Las dependencias se distribuían sobre los laterales del gran hall. La terraza en la parte posterior del edificio daba a los amplios jardines y al campo de deportes.



En el hall central se organizaban grandes reuniones sociales, por ejemplo eventos de beneficencia y celebraciones de las fechas patrias de colectividades extranjeras, que incluían bailes, conciertos, conferencias, representaciones teatrales y hasta actos de circo.


En el campo de deportes se programaban festivales de variadas actividades al aire libre, como ascensiones en globos aerostáticos, demostraciones de gimnasia, lucha grecorromana, carreras pedestres y concursos hípicos.



El Pabellón de las Rosas se posicionaba como un lugar de categoría, elegido por la alta sociedad para sus actividades sociales. En realidad, esta supuesta exclusividad era más una estrategia comercial y el lugar reunía a personas de la clase media acomodada (y no tanto).

Este aviso de 1908 es realmente singular, y nos recuerda que el trago de moda de aquel verano era champagne francés mezclado con agua mineral uruguaya (?). Quizás algún barman hoy lo añore y quiera recrearlo.
Entre las actividades que alcanzaron mayor desarrollo en el Pabellón de las Rosas se encontraba el patinaje sobre ruedas, que convocaba verdaderas multitudes de entusiastas practicantes que organizaban bailes, polonesas, carreras y hasta partidos de hockey.

Estas fotos son de un partido de hockey sobre patines femenino en 1909. No creo que las numerosas jóvenes que un siglo más tarde practican este mismo deporte en la zona del Rosedal de Palermo y el viejo Velódromo, estén al tanto de estas ilustres antecesoras.



Pero por las noches el Pabellón de las Rosas adquiría otro perfil y se entregaba a la farra. Fue uno de los recintos en los que el tango comenzó a dejar atrás su imagen de arrabal y fue aceptado por todas las clases sociales. Este vals nos evoca esos tiempos de la vieja guardia.
Parte de las instalaciones del Pabellón de las Rozas albergaron en 1910 la Exhibición de Higiene, que integraba la Exposición Internacional del Centenario de la Revolución de Mayo y se montó en la manzana contigua (donde años más tarde se levantaría el estadio de River).

En esta foto aérea de 1910 (rescatada por @Centrojas) se ven dos globos aerostáticos en el campo de deportes del Pabellón de las Rosas. En el fondo se aprecian las construcciones temporarias que albergaron la exhibición de Higiene de la Exposición Internacional del Centenario.

Adosado al Pabellón de las Rosas —en la esquina de Alvear y Tagle— en 1910 surgió el Armenonville, que combinaba un excelente restaurant con un refinado cabaret. En la planta baja había mesas y pista de baile, y en la alta dependencias privadas (reservados y garçonnieres).



Tomó su nombre prestado del Pavillon d'Armenonville del Bois de Boulogne en París. Atraía mayores concurrencias en las noches de verano, debido al considerable confort que ofrecían sus amplias terrazas y jardines.



El Armenonville fue otro mítico recinto del proceso de gradual aceptación del tango en la sociedad porteña. Allí actuó el famoso dúo Gardel-Razzano. Este tango de Juan “Pacho” Maglio, evoca aquellos tiempos fundacionales de nuestra música ciudadana.
En 1912 la Sociedad Sportiva Argentina —encabezada por el Barón Demarchi y Jorge Newbery— comenzó a administrar el Pabellón de las Rosas. El sitio reunía las condiciones ideales, pues combinaba las actividades sociales y deportivas que precisamente auspiciaba esta institución.

En 1912 el presidente del Club de Gimnasia y Esgrima —Ricardo Aldao— promovió la escisión de la Federación Argentina de Football (FAF). Aldao convenció a Demarchi, y la Sociedad Sportiva presentó un equipo que disputó sus partidos de local en la cancha del Pabellón de las Rosas.

La FAF sólo duró 3 temporadas —hasta 1914— pero equipos de clubes hoy vigentes como: Independiente, Estudiantes de La Plata, Argentinos Juniors, Tigre y Atlanta, disputaron en la cancha del Pabellón de las Rosas algunos de sus primeros desafíos frente a equipos de 1ª división.

En 1913 la Sociedad Sportiva Argentina construyó en el predio del Pabellón de las Rosas una gran piscina circular cubierta, que estaba ubicada en la esquina de la Av. Alvear y la calle Sánchez de Bustamante.

Las ascensiones de globos aerostáticos fueron una de las actividades características del Pabellón de las Rosas. Gracias a estos pioneros, hoy contamos con algunos documentos gráficos extraordinarios que nos brindan una idea muy acabada de la envergadura del lugar.

Esta foto de 1913 abarca el predio del Pabellón de las Rosas y el edificio de la piscina. Al fondo se ve la manzana de Alvear y Tagle usada en la Exposición de 1910. En 1915 la Asociación Argentina de Football alquiló ese terreno para construir un estadio, que nunca concretó.

En marzo de 1914 se realizaron las exequias de Jorge Newbery. El tren lo trajo desde Mendoza hasta la estación Pacífico, desde donde fue trasladado al Pabellón de las Rosas en la Av. Alvear, y finalmente al cercano cementerio de la Recoleta.



Una auténtica multitud acompañó al malogrado sportsman. Sólo unas pocas semanas más tarde y en este clima de pesar, el club Huracán —cuya estupenda insignia es el globo de Jorge Newbery— jugó su primer partido en un campeonato de 1ª división.

La Sociedad Sportiva Argentina se disolvió a mediados de 1914 cuando perdió la posesión de su tradicional predio frente al Hipódromo de Palermo (donde hoy están la canchas de polo). El Pabellón de las Rosas volvió entonces al área municipal.

En 1914 se presentó en el Pabellón de las Rosas el actor cómico norteamericano Oliver Hardy. Al año siguiente, el británico Stan Laurel actuó en el Teatro Casino de la calle Maipú. Sus carreras recién se engarzarían una década más tarde, para deleite de los aficionados al cine.

A partir de noviembre de 1920, cada año se organizaba en el Pabellón de las Rosas el Salón del Automóvil, cita imprescindible para el creciente número de aficionados a los motores y que reunía en un solo lugar todos los modelos que comercializaban las casas importadoras.



A medida que aumentó la dimensión del Salón del Automóvil, fue necesario expandir la superficie cubierta del Pabellón de las Rosas. Se construyeron entonces recintos temporarios que ocuparon los jardines y el antiguo campo de deportes.

Esta foto de 1928 nos brinda un panorama general del área, con el desarrollo del Barrio Parque, el Pabellón de las Rosas con las “carpas” para el Salón del Automóvil, el estadio de River Plate (y en el ángulo inferior derecho un cachito de la cancha de Sportivo Palermo).

El estado edilicio del Pabellón de las Rosas se fue deteriorando. A mediados de los años ’20 se levantaron voces para demoler la edificación y reemplazarla por un parque público. Al parecer, parte de la población y autoridades no olvidaba el “pasado pecaminoso” del lugar.

La demolición del Pabellón de las Rosas se produjo a mediados de 1929. Detrás de los escombros se ven las tribunas de la cancha de River inaugurada en 1923. El estadio del Millonario permanecería en la Recoleta durante 8 años más, hasta fines de 1937 cuando se mudó al Monumental.

En el solar del Pabellón de las Rosas se construyó un paseo público. En 1943 se lo llamó plaza República de Chile, y allí se trasladó la estatua ecuestre del Brigadier General Bernardo O’Higgins que desde 1918 estaba ubicada en la plaza Rodríguez Peña en Callao y Paraguay.

Fruto de un acuerdo binacional promovido por los presidentes Illia y Frei, en 1966 se afectó sobre la calle Tagle una parcela significativa de este paseo público a la construcción del actual edificio de la embajada de Chile.

Sobre la Av. Alvear, frente al Pabellón de las Rosas, estaba el Palacio Errazuriz. A principios del siglo XX oficiaba de embajada de Chile al ser su propietario el representante de la nación trasandina. Desde 1937 es el Museo Nacional de Arte Decorativo, que bien vale una visita.

En la plaza República de Chile hoy se alza la estatua del Brigadier General Bernardo O’Higgins junto a otros monumentos alegóricos de la gesta libertadora. Cuando pases por el lugar, recordá que allí estuvo la cancha más “pituca” de la rica historia del fútbol argentino.