Viejos Estadios

Ferro Carril Oeste

 El field del Caballito
El club Ferro Carril Oeste fue fundado en 1904. Al año siguiente obtuvo unos terrenos propiedad del ferrocarril en la intersección de la Av. Avellaneda y la calle Martín de Gainza (antes Caballito), donde aún hoy posee su estadio y sede social.
Vista aérea (circa 1937).
Desde sus inicios, el field del Caballito se usó para todo tipo de deportes al aire libre.
Concurso Atlético en Caballito (circa diciembre de 1906).
Ferro se afilió a la Argentine Football Association en 1907 y comenzó a disputar el torneo de 2ª división. En principio la Asociación le exigió cambiar de nombre, pues argüía que se trataba de una denominación comercial. El club Gath & Chaves tuvo que llamarse Nacional de Floresta por la misma razón. Finalmente, la Asociación autorizó a Ferro Carril Oeste a competir con su nombre.
Primer partido oficial (2ª div.) : 21 de abril de 1907. Ferro 2 - River 2.

En 1906 se construyó la primera tribuna oficial techada a dos aguas del estadio de Caballito.
Tribuna oficial (circa 1910).
Tribuna oficial (circa 1910). Fotografía aportada por @centrojas.
En sus inicios, el club estuvo estrechamente ligado a la empresa que operaba el Ferrocarril del Oeste. La fotos que siguen (de septiembre de 1907) son de la celebración de los 50 años del primer trayecto ferroviario en el país, que incluyeron unos juegos atléticos en el field del Caballito.
Celebración de los 50 años del primer ferrocarril en la Argentina (circa septiembre de 1907)
Ya en 1907 la cancha de Ferro fue sede de la final de la Copa Competencia (Tie Cup Competition), que disputaron Alumni y Peñarol (en aquel tiempo aún era el CURCC).
Alumni 3-1 Peñarol (26 de septiembre de 1907).
Una mirada a la concurrencia que ocupó la tribuna oficial de aquel día, nos da una ideal cabal (y muy pintoresca) de los que fueron los orígenes de nuestro fútbol.
Alumni 3-1 Peñarol (26 de septiembre de 1907).
Alumni usó el field de Caballito para jugar sus partidos de local desde mediados de 1907 hasta mediados de 1909. Antes lo hacía en el campo de la Sociedad Sportiva (donde hoy está el Campo de Polo de Palermo) y luego fue a la cancha de Banco Nación (ubicada en la calle Moldes frente a la estación Colegiales).
Alumni 1-2 San Isidro (26 de abril de 1908).
En 1908 Ferro recibió en Caballito la visita de Peñarol. Los contactos entre ambos clubes eran muy fluidos, dado el origen ferroviario de ambas instituciones. Hasta 1913 la denominación oficial de Peñarol fue Central Uruguay Railway Cricket Club (CURCC).
Ferro 0-5 Peñarol (17 de octubre de 1908)
Ferro 0-5 Peñarol (17 de octubre de 1908)
Partido jugado en Montevideo en marzo de 1913.
Aunque en los primeros años desde su afiliación Ferro se mantuvo en 2ª división, el estadio continuó siendo usado para partidos importantes del campeonato de primera división.
Porteño 2-0 Alumni (11 de junio de 1911)
Al culminar la temporada de 1908 Ferro perdió la semifinal del campeonato de 2ª división con River Plate, que ese año obtuvo el ascenso a 1ª. Finalmente, en 1912 Ferro derrotó 2 a 0 a Boca Juniors en la semifinal de Intermedia y obtuvo el ascenso a la 1ª división de la Asociación Argentina de Football. En la final le ganó 2 a 1 al segundo equipo de Racing, pero tenía el ascenso asegurado pues este equipo ya jugaba en 1ª división.

Las comodidades y amplitud de las instalaciones también permitían la organización de otros eventos deportivos.
Pruebas atléticas en la cancha de Ferro (circa enero de 1913)
Debido a la escisión de la Federación Argentina de Football, en 1913 subieron a la 1ª división de la Asociación Argentina todos los equipos de Intermedia (aunque Ferro lo hizo en calidad de campeón).
Primer partido (1ª división) : 13 de abril de 1913. Ferro 1 - Riachuelo 1.
Vista del campo de juego (circa 1910).
Foto de agosto de 1915.
Primer equipo de San Lorenzo de Almagro frente a la tribuna oficial de Ferro (circa 1918).
Vista aérea del campo de juego de Ferro Carril Oeste (circa 1925). Se ve la tribuna techada en el lateral pero no la sede social que se construyó a fin de 1925. Las 3 canchas de tenis y 2 de paleta que se ven a la izquierda, fueron compradas en 1907 al Flores Athletic Club.
Vista aérea de la cancha de Ferro y alrededores (circa 1925). Fotografía aportada por @Centrojas
En 1927 el estadio tenía, además de la tribuna oficial techada, una pequeña tribuna popular sobre la calle Avellaneda.
Tribuna popular sobre la calle Avellaneda (circa 1928). Las fotos son del partido en San Lorenzo y Barracas Central del 12 de febrero de 1928 (que definió el campeonato de 1927). Se aprecia el chalet de la sede social construido en 1925.
Durante la etapa amateur, Ferro no obtuvo títulos de 1ª división en este estadio.
Último partido (amateur): 22 de marzo de 1931. Ferro 1 - Platense 2.
Primer partido (profesional): 31 de mayo de 1931. Ferro 2 - Argentinos Jrs. 0.

En la madrugada del 6 de septiembre de 1931, la tribuna oficial fue completamente destruida por un incendio A mediados de la década de 1930 el estadio contaba con una tribuna oficial lateral, una cabecera sobre la Av. Avellaneda y una pequeña tribuna popular en el lateral opuesto a la oficial.
Vista aérea del estadio y la sede social de Ferro Carril Oeste (circa 1937).
Vista general del estadio (circa 1935).
Ferro Carril Oeste 0-4 Boca Juniors (1º de octubre de 1933).
El club también contaba con una importante sede social sobre la calle Cucha Cucha 150 (con fondo a Martín de Gainza enfrente de la cancha de fútbol).
Sede social de Ferro Carril Oeste (circa 1930). Frente sobre la calle Cucha Cucha. Foto aportada por @ferroweb, gentileza de Rafael Nicolau y Felipe Ibáñez.
Sede social de Ferro Carril Oeste (circa 1930). Frente sobre la calle Cucha Cucha.
Hall de la sede social de Ferro Carril Oeste (circa 1930).
En 1938 se incorporó la tribuna cabecera sobre la calle Martín de Gainza. Ahí se instaló una grada comprada al club Boca Juniors que estaba construyendo su estadio de cemento armado. Ferro recibió esta tribuna en parte de pago del pase del defensor Arcadio López.
La cabecera sobre Martín de Gainza comprada a Boca Juniors (circa 1938).
Vista de la cabecera sobre Martín de Gainza comprada a Boca Juniors (circa 1940). Nótese a la izquierda el chalet de la sede social.
El estadio se completó con una tribuna lateral recostada sobre la Av. Avellaneda.
Tribuna lateral sobre la Av. Avellaneda (circa 1970). Al fondo el nuevo edificio de la sede social.
Fotografía aportada por @diegocaballito.
Obreros alistan la tribuna lateral de la Av. Avellaneda (circa 1940).
Plantel de Vélez entrenando frente a la tribuna de la calle Avellaneda (circa 1942).
La excelente ubicación y accesibilidad del estadio, lo convirtieron en un escenario recurrente de partidos definitorios de los certámenes de la AFA. En diversas ocasiones fue seleccionado para jugar partidos de local por clubes que, circunstancialmente, no contaban con instalaciones propias.
FCO 2-2 Independiente (4 de octubre de 1953). Tribuna lateral de la Av. Avellaneda. Fotografía aportada por @Centrojas.
Ferro Carril Oeste 1-1 Lanús (5 de agosto de 1956). Cabecera de Martín de Gainza. Fotografía aportada por @Centrojas.
Tribuna visitante sobre Martín de Gainza (circa 1959).
Durante la décadas de 1940, 1950 y 1960, el estadio se usaba para carreras nocturnas de speedway y midgets.
El piloto de midgets Bertone, en la pista de Ferro Carril Oeste (circa febrero de 1952)
Carrera de midgets en el estadio de Ferro (circa 1960).
Entrenamiento de Platense en cancha de FCO (circa 1965). Se divisan los focos de la iluminación de la pista perimetral en donde se corrían carreras de speedway y midgets.
El siguiente video, extractado de un documental de 1963, muestra el aspecto que tenía el estadio en aquella época.
Tribuna cabecera local (circa 1967).
Tribuna oficial y cabecera local (circa 1967).
Tribuna oficial (circa 1967).
Tribuna de socias y vitalicios en la parte baja de la tribuna oficial (circa 1967). Fotos "Cachito" de Horacio Daniel Aleva.
En 1970 comenzó el reemplazo de la tribuna oficial lateral por una tribuna techada de cemento armado, debajo de la que se construyó un importante gimnasio.
Preparación del terreno para la nueva tribuna oficial (circa 1970). Fotografía aportada por @diegocaballito.
Construcción de la platea de Ferro Carril Oeste (4 de julio de 1970). FCO 1-1 Deportivo Morón.
Construcción de la platea de Ferro Carril Oeste (24 de octubre de 1970). FCO 0-0 Arsenal de Sarandí.
Tribuna oficial en construcción (circa 1971). Fotografía aportada por @diegocaballito.
Construcción del gimnasio de FCO bajo la tribuna oficial (circa 1970). Fotografía aportada por @Centrojas.
Gimnasio de Ferro Carril Oeste, bajo la tribuna oficial.
Programa de la inauguración de la tribuna oficial el 15 de agosto de 1972.
Vista general con la nueva tribuna oficial (circa 1972). Fotografía aportada por @diegocaballito.
Vista aérea con la nueva tribuna oficial (circa 1975).
Vista aérea desde la Av. Avellaneda (circa 1982).
Vista desde la calle Martín de Gainza (circa 1990). Fotografía aportada por @centrojas.
Vista general desde el codo de la cabecera de Martín de Gainza (circa 1980)
En este estadio (y con esta configuración de tribunas), Ferro Carril Oeste obtuvo los títulos de Primera División de 1982 (Nacional) y 1984 (Nacional). El resto del estadio mantuvo su estructura original de tablones hasta el año 2012.
Tribuna visitante sobre la calle Martín de Gainza (circa 2000).
Codo norte sobre la calle Martín de Gainza (circa 2000).

En este link podés consultar un fascículo en PDF con una breve historia del barrio de Caballito y los Parques del Oeste y de sus antiguas canchas que incluye la de FCO. 

A principios de 2013 se comenzó a desmantelar la tribuna cabecera sobre la calle Martín de Gainza (que había sido comprada a Boca Juniors en 1938) y la platea lateral de la Av. Avellaneda. En esa cabecera se construyó una nueva tribuna de cemento armado.
Reformas en curso en el estadio (circa 2013).
En agosto de 2015 comenzó a desmontarse la tribuna cabecera que da espaldas a la Av. Avellaneda, donde se ubicaba la parcialidad local. Será reemplazada por una tribuna de cemento.
Desmontaje del sector C de la tribuna cabecera local (circa agosto de 2015).
Desmontaje de la cabecera local (circa agosto de 2015).
El siguiente video recoge una reporte del noticiero Sportia (TyC Sports) sobre el desmantelamiento de la última tribuna de tablones de los estadios de los 18 equipos que, en 1931, dieron inicio al fútbol profesional en la Argentina.

El siguiente documental (de 33 minutos de duración) recoge los recuerdos e impresiones de los hinchas de Ferro al despedirse de su última tribuna de tablones.

Las reformas forman parte de un plan integral de Ferro Carril Oeste para renovar todo su estadio. El plan propone 6 etapas de ampliación cuya ejecución será secuencial y a largo plazo. Al completarse las obras el estadio tendrá una capacidad de 22.700 personas..
Proyecto de estadio de Ferro Carril Oeste (circa 2017).
La primera y la segunda etapa incluyen la construcción de la nueva cabecera Oeste (local). La tercera etapa será la construcción de la platea Norte ubicada sobre la Avenida Avellaneda con 3 pisos de 10 palcos cada uno. La cuarta etapa consistirá en la ampliación de la cabecera Este (visitante). La quinta etapa será la ampliación de la platea Sur. La sexta y última etapa será la colocación del techo en todo el estadio. El siguiente video provee una explicación detallada de los alcances del proyecto.

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A fines de 1934, la redacción de la revista Caras y Caretas encomendó a Emilio Dudeló una serie de artículos sobre los orígenes de los 14 equipos de fútbol que ese año completaron el torneo de la Liga Argentina. Cabe notar que, en aquel tiempo, la mayoría de los clubes tenía menos de 30 años de antigüedad y varios de sus fundadores fueron entrevistados. No fue una tarea de investigación (hay datos errados), sino de compilación de lo que hasta ese momento sólo eran anécdotas que se transmitían por tradición oral. Con el tiempo, estos artículos se convirtieron en documentos esenciales que ayudaron a preservar la rica historia del fútbol en la Argentina.

Se transcribe a continuación el artículo completo correspondiente al Club Ferro Carril Oeste:
En este link podés descargar el PDF del artículo original con fotos.

Por qué la hinchada les llama "los verdolagas” a los jugadores del Club Atlético Ferrocarril Oeste Un club que nace en una quinta de verduras. — Empleados de un ferrocarril fundaron la institución. — "Los Verdolagas". — Los grandes jugadores del Ferrocarril Oeste. — Un partido memorable que terminó a palos. — Las higueras de la vieja cancha. — El fútbol, que fue el origen del club, da grandes pérdidas. — El profesionalismo no es compatible con el Club Ferrocarril Oeste.

En la quinta de verduras de doña Anita
LOS que hace un cuarto de siglo vivían en los alrededores de la estación Caballito, centro de concentración de todos los verduleros que tenían en aquella barriada sus quintas, recordarán sin duda la veja quinta de doña Anita, que ocupaba una respetable parcela de tierra, lindando con la que es hoy calle Neuquén, que muere en la plaza Británica, junto a la avenida Donato Álvarez. Por el otro lado, aquella quinta lindaba con las vías del Ferrocarril Oeste, que en aquella altura tenía sus galpones de carga, desvíos y talleres. Aquella quinta y otras muchas que surtían, diariamente el mercado de abasto de Buenos Aires, han desaparecido ya, y sus sembrados de papas, zanahorias, lechugas, tomates, ajíes y cebollas han sido cubiertos por una edificación monótona y rectangular, como un tablero de ajedrez, por donde cruzan las modernas calles Espinosa, Paysandú, Paramaribo, Nicasio Oroño, Georgetown, Seguí, Morelos, Avellaneda, Méndez de Andes, San Eduardo y Canalejas. En ese cuadrilátero, lindante a los feudos del referido ferrocarril, vino al mundo el que es hoy Club Atlético Ferrocarril Oeste.

De los galpones, a jugar
AQUELLOS chicos del barrio, que todo lo supeditaban al fútbol, fueron ya grandes, y empleados más tarde en el F. C. Oeste, alternando la tarea diaria de la estación de carga, talleres y galpones del desvío frente a Cucha Cucha, con el entretenimiento apasionado de su predilección. Un día y otro día, los empleados se organizaban en "cuadros", entre distintas profesiones, y unas veces jugaban electricistas, contra cambistas; otras, telegrafistas contra guardabarreras, y así, sin darse cuenta, fueron poco a poco formando la base de lo que más tarde sería una institución deportiva de gran importancia.

Y nació el club de los ferroviarios

POR fin, el 28 de julio de 1904, se reunieron más de 95 empleados del Ferrocarril Oeste, por iniciativa de un modesto oficinista, y resolvieron constituirse en club. Por aclamación, y porque no eran tontos, resolvieron bautizar la institución con el nombre del Ferrocarril en que todos trabajaban. Se nombró la primera comisión ; y dice el acta de fundación: que se reunían con el objeto de fundar un club, cuyo fin sería el de fomentar los ejercicios físicos, procediendo al nombramiento "ad hoc" de presidente y secretario, el que recayó por mayoría de votos en los señores E. Bouchez y F, Goñi, respectivamente. Luego se eligieron las primeras autoridades definitivas, y fueron proclamados por unanimidad de votos: primer presidente efectivo de la institución, W, G. Beeston; vicepresidente, E. Bouchez; tesorero, J. J. Talmadge, y vocales, G. F, Day, A. G, Avery, E. S. Languasco, A. F. Rey y F. Goñi. En esa asamblea se designó presidente honorario al gerente del ferrocarril, don David Símson. Y se resolvió dar un voto de agradecimiento al señor J. C. Hardy, ©1 modesto empleado que había tenido la iniciativa de organizar el club.

Hay que conseguir el terreno
EL gerente del Ferrocarril recibió en su despacho a los delegados del flamante club. Por aquel entonces, existía en un terreno colindante con los galpones del Ferrocarril Oeste un club llamado Club Atlético de Flores, al cual el gerente Roberts, antecesor de Simson, había autorizado para que lo disfrutara, mientras no se necesitara para desvíos o galpones del ferrocarril. Ese terreno es el que iba a pedirle a Simson la delegación. Simson lo negó. No era posible despojar al Club Atlético de Flores de sus derechos adquiridos, pero él, en su calidad de gerente de la línea, buscaría un terreno próximo, de propiedad de la empresa, para satisfacer el justo deseo del flamante club. Y así fue: Simson cumplió su palabra, como verán los lectores.

Caen las célebres higueras de doña Anita

UNA mañana, de esto hace más de un cuarto de siglo, aparecieron en la antigua quinta de doña Anita, destinada a la siembra de papas, muchos peones armados de picos y palas. En un amplio terreno, ligeramente ondulado por los surcos de la última siembra, y cerrado por una doble hilera de higueras, se extendieron los peones, dispuestos a una transformación total de lo existente. Los muchachos del barrio, que siempre andaban atisbando, dice un cronista de aquellos tiempos, el menor descuido de los quinteros para asaltarles las higueras, robarse las sandías promisoras o llevarse los ricos melones, no le dieron trascendencia a la presencia de esa cuadrilla numerosa, suponiendo que se trataba de peones de la quinta. No aconteció lo mismo cuando vieron que desaparecían las grandes higueras tan pródigas de su exquisito fruto, y la protesta surgió espontánea. Más tarde llegó mucho alambre de rienda y muchos postes. El asombro se trocó en curiosidad y comenzó la serie de preguntas. —-¿Qué piensan hacer? — Una cancha de fútbol — fue la respuesta. ¡Una cancha de fútbol! La noticia corrió por la barriada con ligereza inusitada. De todas partes surgieron pibes dispuestos a observar de cerca la transformación de esa quinta. No podían creer en una verdad tan grande, que venía a cambiar la fisonomía de Caballito; pero era cierto. Aquellos terrenos eran del Ferrocarril Oeste, y así cumplía el gerente Simson la palabra empeñada con los dirigentes del club del mismo nombre. Doña Anita era desalojada, previa indemnización, y el club tenía ya su campo de deportes.

Otros clubs del antiguo Caballito

DICE un cronista de aquellos tiempos que hasta entonces no se conocían en Caballito otras canchas que los terrenos baldíos. Los clubs existentes eran sólo intentonas para agruparse, dirigidos por elementos inexpertos, aun cuando de mucha voluntad, pero que no tenían las espaldas bien resguardadas, como el flamante Club Atlético Ferrocarril Oeste, El Club Patriótico Argentino fue el pri» mer espasmo. Desapareció y dio lugar a la fundación del Caballito Juniors, que más tarde había de producir jugadores notables; muchos de los cuales contribuyeron a formar el primer elenco del Club Ferrocarril Oeste: Paganini, Pigot, Gaeta, Bergougne, De Andreis... En el Parque Chacabuco existía el Club Argentino del Oeste, convertido hoy en el Club Atlético Atlanta, del que próximamente nos ocuparemos. Era pues el nuevo club, nacido bajo tan poderosa protección, el primero que en aquella barriada se formaba con la suerte de tener terreno, "field", baño, casilla y alambrado, apenas llegado al mundo. Lo que tantos desvelos y dolores de cabeza costó a otras poderosas instituciones futbolísticas que nacieron en la miseria, fue para Ferrocarril Oeste algo así como un sueño. Pocos días se necesitaron para transformar la vieja quinta de doña Anita en un espléndido campo de juego. Un "field" parejo, alambrado en sus contornos,, y una pista a alrededor de unos cuatro metros de ancho. Una cómoda tribuna y un plantel de jugadores, que, en su tiempo, fueron célebres, porque los movía más el entusiasmo y el amor al deporte en sí que el interés.

Las camisetas del club y "Los Verdolagas"
LOS primeros colores que usó el Club Ferrocarril Oeste fueron camisa blanca, bolsillo punzó y franja del mismo color en la espalda. Luego se adoptaron los del club británico Aston Villa, camisa color borra de vino, a bastones más claros y mangas celestes. Hasta que, nacido en plena naturaleza, dominando el verde esmeralda de los árboles y sembrados de verdura todo cuanto hasta el horizonte abarcaba la vista, era natural que los dirigentes, rindiendo culto a la naturaleza, que había servido de cuna a la institución, eligieran para el uniforme el color verde, e introdujeran en el fútbol porteño el uso de la camiseta. Quedó desde entonces consagrado el color verde como distintivo oficial del club, y apenas sus jugadores debutaron en el "field" con esas camisetas, el ingenio popular los bautizó con el nombre de "Los Verdolagas", sin relacionarlo con su origen, pero con una intuición extraordinaria de su verde cuna. Y con esos colores ascendió a primera división, venciendo a Racing en la final de intermedia en el "field" de Quilmes, por 2 a 1, con jugadores como Rotondo, Futierres Posse, Uslengui, Pini, Helordi, Roldan, etc.

Los grandes "cracks" del viejo Ferrocarril Oeste
HAN desfilado por este club jugadores de gran renombre. Hace muchos años era ya honor medirse con sus equipos, por la corrección de sus elementos representativos, por la forma cordial en que se acogía a los cuadros visitantes y por la diplomacia de los dirigentes, que, desapasionados y al margen de toda política, alejaban a la institución de los conflictos y discordias locales. Con este preámbulo inicia sus respuestas a nuestras preguntas el viejo cronista de fútbol doctor Antonio Palacio Zino, de quien requerimos vuelque, entre trago y trago de un medio litro de cerveza, sus recuerdos de juventud. — A raíz de una huelga ferroviaria, planeada en Montevideo en 1907 — nos dice, — vinieron a radicarse a Buenos Aires cuatro figuras de gran actuación dentro del fútbol 'de la vecina orilla, pertenecientes al club Peñarol: el "centre forward" Aniceto Camacho y la pareja izquierda constituida por Zibecchi y Mañana, Además, los acompañaba Ceferino Camacho, cuya eficacia como eje de línea media se recuerda todavía con entusiasmo. Ferrocarril Oeste consiguió, además de esos cuatro jugadores, al gran "centre half" Harley, y a Hasslan, que vino especialmente llamado, desde Junín, donde trabajaba en los talleres del F. C, Pacífico. Tenía entre sus jugadores a Juan Carlos Frutos, famoso por sus sobrepiques y estiradas, y a Enrique Marín, extremo derecho de la ofensiva, de remates formidables. Como zagueros tenía a De Andreis, cuyos rechazos bandeaban muchas veces la cancha, y Llevallois, otro gran jugador, fallecido en pleno vigor y fuerza. Y, finalmente a Wickers, un inglés eficaz como guardián, pero un poco irascible. No obstante tan grandes jugadores, con ese equipo no pudo Ferrocarril Oeste ascender a primera división, pues no consiguió presentarle a River Plate, en el "field" de Racing, en Avellaneda, su cuadro de titulares, y fue derrotado por cuatro a uno. Aquellos grandes "cracks" fueron dispersándose y dejando el cuadro desierto. Wickers, el guardavalla, terminó de jefe de un depósito de máquinas en Inglaterra, después de pasar las de Caín como "policeman". Llevallois murió de afección pulmonar. De Andreis se hizo maquinista del Ferrocarril Oeste, y abandonó el deporte. Haaslan, llegó a segundo director técnico de un importante establecimiento metalúrgico, en Manchester. Harley, todavía, muchos años después, ídolo peñarolense, estaba empleado en una oficina de dibujantes del F. C. Central de Montevideo. Ceferino Camacho llegó a jefe de la fábrica de cartuchos del gobierno uruguayo; su hermano fue ascendido a jefe de una sección del F. C. Oeste, y dejó también el juego. Corfield llegó a inspector de ferrocarriles, Zibecchi y Mañana escalaron altos cargos en el Ferrocarril Oeste; Juan Carlos Frutos fue nombrado en el Correo, mediante el diputado nacional Miguel Ortiz de Zárate, y, por último, Enrique Marín, que a lo mejor sigue siendo un potentado en La Pampa, pues recibió una cuantiosa herencia por vía paterna. Pero en el Club Ferrocarril Oeste — sigue Palacio Zino, — la que fue poderosa, fue la llamada "tercera de fierro", que obtuvo éxitos sonados y trofeos; hazañas que aún se recuerdan, culminando en una victoria de tres a cero en una final contra la tercera de Independiente, poderosísima en 1907, derrotando en 1909 a Estudiantes de La Plata por 2 a cero. Aquel cuadro estaba formado por Cauda, que fue gerente de una sucursal de la casa Singer; Pigot, que era constructor; Pablo Paganini, que se estableció después con un café de Caballito; Bagnardi, que fue agente de negocios; Sácala, más tarde empleado de la contaduría del F. C. Oeste; Rubione, que llegó a oficial de policía; Bergougne, del que nada supe hace mucho años; Juan Paganini, al que, ya hombre formal, encontré de gerente de la Asociación de Compositores y Jockeys; Gaeta, que se estableció con negocio de almacén; Rolón, que fue un alto empleado bancario, y un "referee" muy popular. Palacio Zino, que fue en los buenos tiempos del Ferrocarril Oeste un gran amigo de la institución, agrega, como comentario final: — En aquellos tiempos ya lejanos, un match de fútbol en la cancha del Ferrocarril Oeste daba trescientos pesos, pues era costumbre dejar entrar gratis a los purretes del barrio, entusiastas habitúes, entre los que recuerdan muchos haber visto a Luis Ángel Firpo. Y no es posible olvidar a los dirigentes de la primera hora: Santiago Ángel, míster Robson, Félix Goñi, Rodolfo Salvadores, Miguel Larrosa, Carlos Daws, Apolinar Antua, Manuel Chiapori y otros que se me van de la memoria.

Un partido memorable que terminó a palos

EL noventa por ciento de los asociados del Club Atlético Ferrocarril Oeste no recuerda, sin duda, la rivalidad acentuada que hará unos 25 años existía entre los clubs Atlanta y Ferrocarril Oeste, ambos de Caballito y ambos disputándose la supremacía del barrio. Contaba Ferrocarril Oeste con el grupo de jugadores que ha recordado Palacios Zino, y que en su mayor parte eran uruguayos y formaban un cuadro de intermedia invencible. Atlanta no tenía jugadores tan "olímpicos", pero eran jóvenes y ya venían golpeando la puerta de la fama. Recordemos a Piaggio, Prandoni, Bolinches, Peria y Castelao. Se planteó el encuentro que debió definirse en el campo de deportes del F. C. Oeste. La lucha iba a ser memorable. Los aficionados no pudieron sustraerse a ese estado de ánimo anterior a las grandes jornadas, y el "field" estuvo totalmente lleno. Aparecieron por fin sobre el pastito los dos equipos. Ferrocarril Oeste, con su vieja camiseta color café con leche, y Atlanta, con su azul y anaranjada. Nadie ha podido, de los privilegiados que vieron aquel encuentro, olvidar las admirables jugadas de ambos bandos. Eran 22 piezas de un tablero que se ajustaban a un solo pensamiento. Fueron 22 voluntades, cuyo ahínco y tesón no tienen en la actualidad, desgraciadamente, puntos de comparación. La mejor técnica de Ferrocarril Oeste se estrellaba contra la juventud y pujanza de los de Atlanta. La pelota corría de un lado a otro del "field", y por muchas veces se tuvo la visión de un tanto, que al pronto era desbaratado por el bando contrario. Las barras de "hinchas", no tan numerosas como las actuales, pero sí más entusiastas, alentaban de continuo a sus favoritos. El "score" no se había abierto. Había un poco de impaciencia y nerviosidad contenida. El ánimo se fue caldeando, y al arquero del Ferrocarril Oeste, un inglés grandote llamado Wickers, de un vigor físico poco común, encendió la tea, proporcionando para ello la chispa necesaria. En una arremetida de los delanteros de Atlanta, el negro Gallero pretendió introducir a Wickers con pelota y todo en el arco. El inglés lo espero tranquilo, y en cuanto lo tuvo a su alcance, tomó a Gallero por el cuello y lo arrojó violentamente al fondo de la red. No se precisaba más. El "field" se llenó de público y se entabló una batalla campal. Sobre el pastito verde quedaron muchos heridos y contusos, sombreros, palos y bastones. Los árbitros dieron a Ferrocarril Oeste el triunfo, no obstante la falta de "score". Un mes después, Ferrocarril Oeste debió dar la revancha a Atlanta y el partido debió jugarse en la vieja cancha de Atlanta, donde era el antiguo polvorín, hoy convertido en Parque Chacabuco. Los preparativos para este cotejo fueron precedidos de grandes comentarios. Llegó el día del encuentro, y en las gradas de la cancha de Atlanta se dieron cita los decididos hinchas del Ferrocarril Oeste, y los tranquilos hinchas de Atlanta. El público de éste era numeroso, callado, quieto y peligroso por eso mismo, pues en aquella calma aparente se adivinaba mucha electricidad presagiadora de la tormenta que se avecinaba. Se inició el partido y poco a poco los del Ferrocarril Oeste se fueron imponiendo. Entusiasmados por la visión del triunfo, los ferroviarios se dieron al placer de alentar exageradamente a sus jugadores. De pronto se oyó un grito desconocido para los de Ferrocarril Oeste: ¡Las Churras! ¡Las Churras!, y como obedeciendo a una consigna, brotaron de todas parte asociados de Atlanta, sosteniendo en sus manos un pesado garrote, algo curvo, y de unos 80 centímetros de largo, de los que se usaban en el juego vasco de La Churra, entonces puesto de moda por el Club Atlanta. No hubo tiempo para entrar en razones, y ante la decisión y contundencia de los agresores, los ferroviarios dieron vuelta la espalda y emprendieron una fuga precipitada, seguidos por los vengativos admiradores de Atlanta. Heridos, detenidos y una disparada desorganizada, fue el triste saldo de aquella tarde. Un viejo amigo del club, a cuya actuación en su primeros años le debe Ferrocarril Oeste muchas iniciativas y desvelos, recuerda aún aquella tarde trágica de doble emoción, pues en un solo instante palpó el triunfo de sus jugadores, y vio cómo debieron abandonar el campo dejando sobre él armas y bagajes.

Cifras reveladoras de un fantástico progreso
EN SUS memorias, dice Lorenzo Ástianetti, viejo dirigente y socio del Club Ferrocarril Oeste: Fundado el club en 1904, eran 180 sus asociados en 1905. El saldo en caja en dicha fecha era de pesos 52,84 moneda nacional. Hasta 1907 su desarrollo fue muy lento, pues sólo alcanzó a 240 socios, pero el capital creció a pesos 7.800 y el saldo en caja fue de $ 650. De ahí en adelante, el club fue creciendo, lenta, pero eficazmente. Ya en 1923 los socios eran 1.020 y el capital social pasaba de los 55.000 pesos. En 1927 llegó a los 160.000 pesos el capital social, y los socios pasaron de 1.300, hasta llegar al pasado ejercicio 1933/1934, en que los socios llegan a 3.587 y el capital social asciende al medio millón de pesos. No obstante haberse fundado este club al calor del fútbol, el profesionalismo alejó este deporte de las preferencias de sus asociados y una estadística administrativa demuestra palpablemente que lo que fue sostén y origen de la institución es hoy una carga pesada para el club. Veamos esas cifras: El fútbol, desde su fundación hasta 1931, es decir, hasta antes de crearse el profesionalismo, dio una pérdida aproximada de 11.000 pesos en 26 años, y en cambio, entre 1931 y 1934, el club ha perdido de sus ganancias, obtenidas con sus fiestas sociales, cuotas de socios y otros deportes, la suma de pesos 75.000. Es un caso curioso que hace meditar a los dirigentes de la institución que, en la actualidad, no ven la solución para hermanar las exigencias cada día más crecientes del profesionalismo, con las modalidades de la entidad, que, sin preferencias para ningún deporte determinado, tiene abiertas sus puertas al tenis, al golf, a la natación, al basquet, al rugby y a todas aquellas expansiones en las que el deporte en sí es suficiente atractivo de sus cultores. El Club Ferrocarril Oeste, que tuvo en sus filas a tan grandes y destacados jugadores, se encuentra hoy frente al grave problema de solucionar esta crisis fundamental, tan en desacuerdo, por el profesionalismo, con sus normas sociales. ¿Cuál será la solución? La más práctica y mejor sería la de dividir el club en dos. Alejar de su actual campo de deportes su cancha de fútbol y construir un gran estadio próximo a las vías del F. C. Oeste; aportar los fondos necesarios para hacerse de un cuadro extra de jugadores, con suficiente atracción para celebrar encuentros de interés y financiar el deporte como un negocio, tal cual lo están financiando otros grandes clubs. En tal corriente de opinión está embarcada la mayoría de los socios y dirigentes, que hoy tienen en don Rodolfo Legerén a un presidente sereno, y, por muchas razones, ligado por lazos de cariño indisolubles, pues está unido su nombre a los primeros años de la institución y a toda su obra de progreso, principalmente a la construcción del suntuoso y acogedor edificio social, que está en la calle Cucha Cucha de Caballito, a pocas cuadras de la que fuera su casa solariega, y a pocas cuadras también de la quinta de doña Anita, que fuera su verde cuna, y en la que, en la actualidad, se levantan las canchas de pelota al aire libre. Sus "courts" de tenis, de los que han salido tantos campeones internacionales; las comodidades de sus salones, que han atraído a lo más destacado de los barrios del oeste porteño; los deportes de todo género, que han congregado a infinidad de nuevos socios, y la grandiosa pileta de natación, hacen del Club Ferrocarril Oeste un caso excepcional en la categoría de sus similares.

7 comentarios:

  1. ferrocarril oeste siempre sera un club prestigioso juegue en la categoria que sea vamos ferro

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  2. en ferro siempre se forjo un club con sacrificio y alma no se compara con ningún otro vamos ferro todavia

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  3. CABALLITO es de FERRO... y eso que lo entiendan quien ciecunstancialmante lleguen al barrio, con ideas poco felices de grandes emprendimientos inmobiliarios, como las del Centro Comercial mas grande la Latino America, en terrenos que ya pagamos los socios de Ferro Carril Oeste durante 10 años al Estado Nacional, y cuyo "Boleto de Compraventa" esta resguardado a pesar del corrupto Juez Herrera, que vendio los terrenos a IRSA en una maniobra frauldulenta que le costo la destitucion, por sus propios pares del Consejo de la Magistratura. Con Ferro no se jode..., el "Pueblo de Caballito Centro Geografico de la Ciudad", seguira alerta y defendiendo su patrimonio por que sabe de su rica historia, y asi lo va a defender hasta las ultimas consecuencias se interponga quien se interponga y cueste lo que cueste, ademas de contar con el fuerte aval de la "Sociedad Central de Arquitectos" garante del proyecto ganador del concurso abierto plan procrear, de los terrenos ferroviarios en la antigua playa de descarga de leche de la "Estacion Caballito".- Entiendanlo Señore Gobernantes..., "CABALLITO ES DE FERRO" el Club Premiado por UNESCO en 1988, por su historico aporte a la difusion del deporte en la juventud.

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  4. Gracias totales ,mí sangre es verde , crecí y pase mí vida en el club junto con mí familia . Soy de ferro es un sentimiento ,no puedo parar!!!

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  5. Tengo en un cuadro la foto del equipo de Ferro de 1927 de la revista el Grafico , el 5 Juan Vigliola o sea mi viejo . siempre recordaba con mucho cariño a ese gran club de caballito.

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