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Ubicación, Ubicación, Ubicación

La versión original de este artículo en inglés fue publicada en la edición #6 de la revista The Blizzard el 1.9.2012 y está disponible en https://www.theblizzard.co.uk/article/location-location-location.

Ubicación, ubicación y ubicación [1] por Tom Dart
¿Qué es más importante? ¿La apariencia o la ubicación de un estadio?
Yendo al Partido (Going to the Match) de L. S Lowry. En mayo de 2016 este cuadro le fue obsequiado a Manuel Pellegrini en reconocimiento por los servicios prestados como director técnico del Manchester City.

Claro que le llamaría la atención ver que la gente come carne asada y bebe cervezas en la caja de sus camionetas. Pero si L. S. Lowry viviera, pintara y fuera aún fanático del fútbol, encontraría una experiencia más familiar en Houston que en Bolton.

El nuevo estadio del Houston Dynamo queda en el viejo distrito industrial de East End, a unas cuadras del centro de la ciudad. Entre una autopista y las vías del tren, y en medio de manzanas cuadradas con calles con nombres de héroes tejanos.

Hay un proceso de gentrificación [2] en curso. El distrito presenta una alta densidad y descomposición urbana. Los galpones y fábricas no permiten discernir si están cerrados desde hace años o aún se encuentran en actividad. Gente pobre. Bares. Un lugar de música. La escena es algo destartalada y caótica, pero orgánica y distintiva.

La gente camina hacia el partido desde todas direcciones: el ruido, el color y la expectativa, conciben un vínculo entre una multitud de extraños. Compran cervezas, escuchan bandas de música y beben en la calle.

No hay automóviles en "Going to the Match" (Yendo al partido), la pintura del Burnden Park —la antigua cancha del Bolton Wanderers— que L. S. Lowry pintó en 1953. Todos caminan. En esa pintura, como en Houston, las personas y los edificios dominan el paisaje de clase obrera que rodea el estadio.

Aclaro que ver una compacta masa de peatones que llenan las viejas calles de la ciudad no es usual en Houston. Esta ciudad en un canto a la conveniencia y el consumo, al dinero y los vehículos a motor. Es la épica tejana, el sueño americano de los suburbios y la convicción de que si a veces mucho se convierte en exceso, esa es su elección y derecho de nacimiento.

No estamos en Inglaterra en 1950. El sol y la alta humedad predominan durante toda la temporada. Las personas llegan a los partidos del Dynamo en grandes autos. Un banco español compró los derechos del nombre de este flamante estadio, cuya presencia junto a la de los nuevos edificios de departamentos es tan fresca y cuidada como el pelo de un ídolo pop adolescente. El estadio tiene una pantalla gigante de video, un negocio de Adidas y muchos asientos para los clientes de las empresas.

Desde el estadio BBVA Compass se ven las sedes de las compañías multinacionales de energía. No hay más chimeneas ni columnas de humo. El esquema de color que predomina es tan anaranjado, que los oculistas podrían prescribir visitas para curar a los pacientes con falta de vitamina C.

Sin embargo, la experiencia combina cosas de la antigua tradición europea con el moderno estilo tejano. Gracias a su ubicación, este estadio recién nacido ya tiene una vida y alma propias que agrega a su elegante arquitectura. Incluso un breve paseo desde donde hayas estacionado te atrapará visualmente y visceralmente con el entorno. Provocará reacciones.

El sitio justifica ampliamente la decisión del club de no comenzar en los suburbios rodeado por una miríada de centros comerciales o urbanizaciones genéricas, lustrosas y cuidadas como las uñas de las modelos de las revistas de moda. El Dynamo ahora se siente una fibra inalterable del denso entramado de la ciudad, aunque recién llegó a Houston (Texas) en 2006 desde San José (California).

"Estar en el centro de la ciudad fue nuestra obsesión. Tuvimos oportunidades de construir el estadio en los suburbios, probablemente con dinero público y mucho antes, pero mantuvimos firme la convicción de que necesitábamos una ubicación céntrica, así que la sostuvimos y funcionó a la perfección ", me dijo en mayo de 2012 Chris Canetti, el presidente de operaciones comerciales del Dynamo. "Nos dio notoriedad y nos hizo más atractivos”.

Con el tiempo, el estadio se amalgamará con su entorno, atraerá atención, inversión y renovación, un renacimiento para el East End. Y si esto hace más ricos a los ricos o beneficia a todos, dependerá de la gente buena de Houston. Pero por el momento, el equipo atrajo esperanza, orgullo y publicidad, y eso parece ser más que suficiente.

El rival del Houston —el FC Dallas— no juega en Dallas. Se basa en la cercana ciudad de Frisco, a 28 millas al norte del centro de la ciudad. El estadio está rodeado de estacionamientos, grandes carreteras y centros comerciales.

Bolton ya no juega en Bolton. Luego de 100 años, en 1997 se mudó de Burnden Park —a 1 milla del centro de la ciudad— hasta el Reebok Stadium en Horwich —a 5 millas al oeste—. Al estadio se accede por una autopista. Está rodeado de estacionamientos y centros comerciales con sus habituales sucursales de cadenas. Es un buen ejemplo de un complejo deportivo y del tiempo libre (nombre engañoso porque la vida del cliente es simple, pero la del hincha no).

El Reebok Stadium es realmente un gran estadio, lástima que fue construido en el medio de un lugar llamado “CualquierSitio”. Es un tributo al consumo amigable con los automóviles, de Burnden Park a parque comercial.

Un sábado cualquiera se puede elegir entre ir al partido, al centro comercial, al cine o a los restaurantes de comida rápida. O a todos juntos. Asistir al fútbol es una entre varias opciones de entretenimiento que compiten entre sí. Ir al partido es lo mismo que ir de compras. Lo que una vez fue un acto de fe, hoy es una elección consciente.

Este estilo de vida tiene lógica en los Estados Unidos, donde hay mucho espacio y los equipos deportivos son franquicias que se desmantelan como muebles para armar y reconstruyen a miles de kilómetros, dejando detrás vagos recuerdos de su alguna vez sólida presencia, igual que las marcas de las patas de una silla sobre la alfombra.

Este sistema ofrece altas performances y gran competitividad. Pero contrasta con la historia del fútbol inglés, en la que los clubes surgieron hace mucho tiempo en sus comunidades locales y forjaron un vínculo con sus ciudades. En estos días, sin embargo, el fútbol profesional inglés se está convirtiendo en un asunto suburbano, una liga de estadios Reebok.

Unos 25 de los 92 clubes que juegan en las primeras 4 divisiones de Inglaterra juegan en estadios construidos desde 1996, el primer año de la Major League Soccer (MLS). Con la excepción de 5 casos, siempre se apartaron del centro de la ciudad.

Hay buenas razones para que esto suceda: el costo, la logística, la dificultad de encontrar un terreno céntrico y los desafíos de renovar los estadios existentes. Tottenham Hotspur se tentó con mudarse a Enfield, cerca de la autopista M25, debido a la molestias que acarreaba reconstruir White Hart Lane [3]. Sean cuales sean las causas, es una tendencia que cambia el significado de un día de partido.

Al entrar a estos nuevos estadios, ya no caminás codo a codo con los demás hinchas, oís o interactuás con ellos, olés su comida y percibís la cerveza en su aliento. Estás aislado y sedado en una burbuja personal de acero y cristal, sentado en el tráfico, escuchando programas de radio en los que los simpatizantes de todo el país te aburren con sus historias. Entrás y salís “envasado al vacío”.

La atmósfera es diferente, menos intensa, tal vez porque la hinchada contraria se parece más a los miembros de un tour de compras que a un ejército invasor que acaba de derrumbar las murallas de la ciudad. Si hasta tienen su propio estacionamiento. Es posible que ni siquiera los veas.

El club no es tu vecino, como lo sería si vivieras a la vuelta de la esquina. No importa cuánto le importe a sus hinchas, es difícil ver cómo un equipo de fútbol puede ser el corazón de su comunidad si sus instalaciones están en las afueras. O cómo podría proyectarse mucho más allá del resplandor del cartel de neón del Burger King más cercano.

Colchester United, Northampton Town, Stoke City, Swansea City. En todos estos casos los visitantes tienen que desviarse si quieren visitar la ciudad. Si buscan el estadio y encuentran algo interesante, seguro se perdieron.

Parece que ningún club de Inglaterra puede construir un estadio si no cuenta con el músculo de una importante cadena de supermercados, que apela a la emoción del fútbol como caballo de Troya para obtener los permisos de construcción y financiar parcialmente el nuevo estadio. No es entonces extraño que muchas de estas nuevas canchas sean cajas funcionales, que no se ven muy diferentes de los supermercados.

Con pocos incentivos para ser originales, a menudo resultan tan insulsos como su entorno. ¿Y qué es lo que mejora y se regenera principalmente? Terrenos baldíos y los extractos bancarios de sus anteriores dueños y los promotores inmobiliarios.

Nuevas, limpias, estandarizadas y esterilizadas, estas canchas se adaptan a la perfección a la visión que el fútbol inglés hoy tiene de si mismo: un entretenimiento familiar. Esta visión encuentra inspiración en los estándares de las Grandes Ligas estadounidenses, en las que el deporte es un espectáculo hábilmente comercializado y consciente de su marca, donde no se escatiman recursos para sumar diversión confiable a la calidad inherentemente variable de cada partido.

Pero el presente y futuro del fútbol inglés ya es el pasado del de los Estados Unidos. Mientras en Inglaterra se copia el modelo deportivo de los suburbios americanos, los centros urbanos de los EE. UU. experimentan un renacimiento. Atractivos proyectos de renovación de alta visibilidad, son los catalizadores que aseguran que los centros urbanos sigan siendo un centro de actividad al terminar el horario de las oficinas.

En la Major League Baseball (MLB), la apertura del Oriole Park en Camden Yards en Baltimore en 1992, presagió la construcción de otros encantadores estadios "retro" en el centro de las ciudades —hay uno en Houston cerca del estadio del Dynamo. Se puso así fin a la era de replicar estadios en los suburbios, construidos como si fueran galletitas cortadas por un mismo molde.

La MLS comenzó construyendo o alquilando estadios baratos en los suburbios. Pero 3 lugares céntricos fueron abiertos desde el año pasado, y 6 de los 18 estadios ya están en el centro de sus ciudades. A pesar de la presencia de los New York Red Bulls en Nueva Jersey, la MLS persigue obsesivamente el sueño de radicar un club en la zona urbana más famosa del planeta, la ciudad de Nueva York [4]. Imaginen la atención, energía y credibilidad que aportaría. El equipo de básquet de los Nets ya lo disfruta, al mudarse de la aburrida Newark a la Brooklyn de moda.

Los nuevos estadios de Inglaterra no abrigan las tradiciones, historia y geografía de sus clubes, sino privilegian el poder adquisitivo y movilidad del consumidor moderno. La ubicación física es cuestión de pragmatismo no de raíces, una elección no un patrimonio, y coincide con el cambio impulsado por la globalización del juego.

Asistir a los partidos ya no es un prerrequisito para ser un verdadero hincha. Los simpatizantes que viven lejos se identifican con los jugadores, los directores técnicos y los triunfos, no con los edificios que jamás visitarán.

Qué diferencia hacen unas pocas millas en la ubicación de un estadio, en una época en la que Manchester United podría tener más hinchas en Shanghái que en Salford, y en la que un simpatizante extranjero que se conecta religiosamente con arsenal.com puede considerarse tan leal como quien compra un abono para toda la temporada.

Una época en la que la FIFA ha pulido y regulado tanto y tan bien su producto de la Copa del Mundo, que el torneo es esencialmente portátil y casi insípido para los espectadores. Es como si cada estadio estuviera cubierto por una cúpula gigante al estilo de la película “The Truman Show” y se lo llevara al país anfitrión cada 4 años.

En este contexto, el entorno alrededor de un estadio ya no es significativo. Sólo cuenta el interior. Pero no por la recaudación de la venta de entradas, eclipsada por el dinero que la televisión aporta a la Premier League. Aún es importante que las tribunas estén llenas, de manera ordenada, para que las imágenes de la televisión luzcan bien. Un estadio ya no es un lugar de reunión, orgullo e identidad cívica, sino un set de filmación.

Los fanáticos se vuelven fondos de pantalla, a diferencia de la MLS, en la que los derechos de TV son bajos y la asistencia a los partidos es fundamental para la prosperidad de un equipo. Un sitio céntrico como el de Houston tiene sentido comercial, pero también involucra cierto simbolismo: el fútbol en el centro de la ciudad, para todos, no sólo para las familias suburbanas que manejan camionetas. El entorno y la arquitectura se combinan, cuando en otros estadios se separan. Se nota que con esfuerzo y originalidad, aún es posible construir una gran cancha de fútbol.

En la pintura de Lowry, Burnden Park les da a los trabajadores de las fábricas una sensación de propósito, pertenencia y escape. ¿Qué proveen los estadios modernos a la comunidad, aparte de una buena visión del partido, baños limpios y una amplia selección de comidas?

En Inglaterra, los clubes pequeños intercambian idiosincrasia por funcionalidad y pierden así buena parte de lo que los hace distintos. Los clubes grandes se ven cada vez más como ciudadanos del mundo. Sus estadios son la sede de una empresa global, con una fuerza de trabajo multinacional.

El equilibrio entre lo local e internacional, lo nuevo y lo viejo, lo único y lo genérico, es tenso e inexplicable. La presente estrategia de deslocalización, es la receta perfecta para una crisis de identidad.§

Notas al pié
[1] La versión original en inglés fue publicada en la edición #6 de la revista The Blizzard el 1.9.2012 y está disponible en https://www.theblizzard.co.uk/article/location-location-location.
[2] Se denomina así al proceso de renovación urbana impulsado por la atracción de residentes más pudientes.
[3] Finalmente los Spurs decidieron reconstruir White Hart Lane y en forma temporaria juegan en Wembley.
[4] Desde 2015 el New York City FC, propiedad de los Yankees y el Manchester City, compite en la MLS.
BBVA Compass Stadium, Houston Dynamos, Texas, EE. UU.

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