El 1º de enero de 1910 se fundó el Club Atlético Argentinos de Vélez Sarsfield.
Al apreciar la magnitud alcanzada por la actual infraestructura del club Vélez Sarsfield, cobra validez lo expresado por la revista El Gráfico en su edición del 20 de mayo de 1933, que rescata el espíritu que dio origen a esta institución:
“Debemos reconocer que uno de los últimos aciertos en materia de definiciones es el de haber bautizado el field de Vélez Sarsfield con el nombre de Fortín. Pocas canchas, en realidad, tan bien custodiadas como ésa por los hombres que tienen a su cargo la defensa. Pocos elementos tan conocedores de su terreno y tan baqueanos para desplazarse con seguridad y eficacia en la superficie de esa cancha, una de las muy pocas que conservan, tribunas incluidas, su característica de cosa de la barriada, de reducto en el que los domingos depositan sus preocupaciones y su curiosidad la gente del lugar. Semiescondida en un remolino de callejuelas sin empedrar, la cancha de Vélez Sarsfield exige que el forastero que llegue a ella efectúe el trayecto desde la calle Rivadavia hasta el field, cruzando por entre una doble fila de casitas humildes desde las cuales hacen guardia las familias enteras, presentando las armas de sus miradas analizadoras. Y porque está así, resguardado por esa muralla de casitas y de miradas, y porque lo han enclavado allá, en un remolino de callejuelas polvorientas y accidentadas, el field de Villa Luro es un verdadero fortín. Dentro de él, los comandantes han emplazado a media docena de muchachos que son otros tantos fornidos y valientes soldados. No respondo de lo que puedan hacer en canchas ajenas, pero ahí, en la de ellos, Curti, Forrester, De Sáa, Maggiolo, Victorio Spinetto y De Filippo, son otros tantos patriotas que pelean sin un desmayo por el prestigio de la barriada.”
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Alfredo Forrester, uno de los "soldados" del Fortín de Villa Luro. |
A fines de 1934, la redacción de la revista Caras y Caretas encomendó a Emilio Dudeló una serie de artículos sobre los orígenes de los 14 equipos de fútbol que ese año completaron el torneo de la Liga Argentina. Cabe notar que, en aquel tiempo, la mayoría de los clubes tenía menos de 30 años de antigüedad y varios de sus fundadores fueron entrevistados. No fue una tarea de investigación (hay datos errados), sino de compilación de lo que hasta ese momento sólo eran anécdotas que se transmitían por tradición oral. Con el tiempo, estos artículos se convirtieron en documentos esenciales que ayudaron a preservar la rica historia del fútbol en la Argentina.
Se transcribe a continuación el artículo completo correspondiente al Club Atlético Vélez Sarsfield:
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A fuerza de grandes jugadores el Club Atlético Vélez Sarsfield conquistó entre los "hinchas" el sobrenombre de "El Fortín"
Cada barrio tiene sus "hinchas". Hace ya más de un cuarto de siglo. Bajo el puente del Ferrocarril Oeste. La compra del sello a fuerza de pedir limosnas. Los primeros colores. Club Argentinos de Vélez Sársfield. "Globetrotters" de baldíos y potreros. Perseguidos por la policía. De Vélez Sársfield a Nueva York.
Otro club, otro estadio, otra "hinchada
DE Nueva Pompeya y Parque de los Patricios, donde acabamos de dejar aclarada la vida y milagros del Club Atlético Huracán, hemos venido a detenernos en el progresista barrio de Vélez Sársfield, que también tiene su club, su estadio y su "hinchada". En donde no hace mucho tiempo era uno de los extramuros de la Capital y donde sólo había grandes extensiones de campo y una que otra quinta, rodeada de terrenos baldíos y hornos de ladrillos, hay hoy, adherido a la gran ciudad compacta edificación de sus calles populosas y modernas, uno de los barrios clásicos porteños, Vélez Sársfield, que ha crecido y se ha multiplicado en población en forma realmente vertiginosa, como crece todo Buenos Aires, desbordándose de la avenida, límite del municipio, por Villa Riachuelo, Nueva Chicago, Villa Lamadrid, Liniers. Villa Versalles, Villa Real, Villa Devoto, Pueyrredón, General Urquiza y Saavedra, sin poder contener su asombroso progreso. Lo que fueron no hace aún un cuarto de siglo potreros y bañados, son hoy amplias calles, hermosas avenidas, compactas manzanas de modernos edificios, y en sus calles y avenidas bien pavimentadas, bordeadas de fábricas y comercios, cines, cafés, confiterías y teatros, se agita, se mueve, va y viene en una vida febril e intensa, una población que se vuelca diariamente de los innumerables trenes, tranvías, ómnibus y colectivos, que unen este barrio con el corazón de la Capital Federal. A poco de cruzar sus asoleadas calles, el transeúnte nota en las vidrieras de las tiendas, en el interior de los cafés y en las paredes de los salones de lustrar, fotografías e insignias de un club de fútbol local, por el que tiene el barrio entero, predilección y cariño. En efecto, el verde rojo y blanco de las camisetas de los jugadores del Club Atlético Vélez Sársfield, es trofeo de muchos "hinchas", y es emblema de muchas tiendas. Y aparecen por todas partes, siluetas o retratos de Forrester, Curti, Cosentino, De Saa, Ruiz Olano, Alegre, Cosso, Libonatti...
Hace ya más de un cuarto de siglo…
BELÉN, Goya, Baradero, Bacacay, San Nicolás, Ensenada, Concordia, calles que traen a nuestro recuerdo el pasado del Club Atlético Vélez Sársfield. Desde Mariano Acosta y Segurola, y de Gaona a Rivadavia, puede ser que existan pocos palmos de terreno donde no hayan jugado al fútbol los muchachos que un día pensaron en fundar un club, y llevaron a cabo su sueño con el entusiasmo juvenil, que hoy se ha perdido. La salida de clase era el momento indicado para largar los libros, dedicarse al deporte favorito y perfeccionarse en el difícil arte de "shotear", "gambetear" y "golear", imitando a los jugadores que ya en otros barrios de Buenos Aires estaban levantando los cimientos del gran deporte nacional. Estos muchachos de Vélez Sársfield, como los de Avellaneda y Boca, como los de Nueva Pompeya y la Rivera, realizaron el milagro de concretar en una realidad lo que todos creían una simple quimera estudiantil, un irrealizable sueño de chicos inconscientes. El fútbol estaba tomando incremento extraordinario en los cuatro puntos cardinales de la ciudad, y era justamente en estos barrios de extramuros de la metrópoli en los que la extensión inmensa de sus terrenos baldíos constituían formidables campos experimentales, donde fue fácil cultivar y desarrollar el microbio del fútbol, que tanto se ha extendido y con tanta facilidad ha ido contagiándose, generación tras generación, en el alma popular porteña. No era pues extraño que Vélez Sársfield diera a la afición un exponente de entusiasmo, y en pleno barrio manos infantiles levantaran el mástil que, modestamente al principio, como todos sus hermanos, viera flamear en su tope los colores de un club defensor de la barriada.
Bajo el puente del Ferrocarril Oeste
DESPUÉS de salir de Flores, donde la población era más densa, el Ferrocarril Oeste cruzaba los terrenos de Vélez Sársfield, para irse a detener en una modesta estación, y los pasajeros asomaban todas las tardes la cabeza por las ventanillas para observar las improvisadas canchas a uno y otro lado de la vía, en cuyo cuadrilátero, inexpertos chiquilines se esforzaban pateando una pelota. De aquellos partidos amistosos entre pilludos del barrio, chicos de las escuelas primarias y obreritos que salían del trabajo, nació un día la idea de fundar el club que hoy lleva el nombre del progresista barrio. Ninguno de aquellos muchachos sospechó jamás que un cuarto de siglo después la institución que ellos fundaran, viviera y fuese un exponente importantísimo dentro del fútbol nacional. Es sin duda éste uno de los clubs de vida más azarosa. Luchas intestinas y momentos apremiantes de dinero llevaron a sus dirigentes muchas veces hasta el borde del desfallecimiento y del desconsuelo, pero nunca faltó la mano protectora de un hombre altruista y generoso, ni la energía y decisión de un dirigente que hiciera frente a la tormenta, y rumbeara valientemente, hacia nuevos horizontes. Terminaba el año 1909. Fue un año de grandes calores y la inclemencia del sol canicular que caía a plomo sobre aquellos baldíos y potreros, sin refugio alguno, y sin la sombra de un árbol, obligaba a los chicos, después de un par de horas de patear la pelota, a buscar jadeantes y sudorosos un poco de fresco a la sombra del túnel que había en la estación del ferrocarril. Sentados sobre la tierra fresca, un grupo de chicos resolvió un día asociarse y fundar una especie de club, a la manera de los que ya había en otros puntos de la ciudad, logrando así darle a sus balbuceos futbolísticos un poco de seriedad, hasta lograr afiliarse en una de las ligas. Concretaron esta idea, y la llevaron a cabo Nicolás Ruiz Moreno, Julio Guglielmone, Eduardo Schiavi, Martín Portillo, Vicente Poso, Argentino Revel-Chion y José Charieri. Tras largas y graciosas deliberaciones, se resolvió por fin que el club se llamase Argentino de Vélez Sársfield, disponiéndose dejarlo así constituido el 1º de enero de 1910. Los muchachos se constituyeron en comisión de "postulantes", y de puerta en puerta fueron explicando el objeto de la visita.
A fuerza de limosnas lograron comprar el sello
EL objeto de la visita no era sólo explicar a los vecinos que acababan de fundar un club de fútbol, cosa que en la mayor parte de los casos y de las casas, tenía absolutamente sin cuidado a sus moradores; el verdadero objeto era llegar a conmover a los vecinos hasta lograr, por la emoción o por cansancio, que contribuyeran en forma más o menos generosa al fondo pecuniario que debía servir de capital inicial para adquirir lo más importante... el sello. Ya hemos visto que esto del sello es un asunto de trascendental importancia en la fundación de todo club y sobre todo de fútbol, porque tratándose de una institución en la que lo más importante se hace con los pies, lógico es que los dirigentes traten de darle a los actos, trámites, notas, cartas y documentos, el carácter de seriedad que, sin duda, da a todo papel escrito un sello en forma de elipse, estampado con tinta violeta, como membrete del papel. Algunos ponían un "billete de diez centavos", otros, más modestos en sus pretensiones de "generosos", se contentaban con darle a los chicos un "billete de cinco centavos". Eran en aquellos tiempos escasos ya, por viejos, los papeles de veinte, diez y cinco centavos, y muchos de los benefactores de la primera hora, que contribuyeron a la formación del primer capital social, salían del paso obsequiándoles uno de aquellos billetes que con el retrato de Mitre o Avellaneda emitiera el Banco Nacional primero, y luego el Banco de la Nación Argentina, de los cuales, como verdadera reliquia, guarda uno de los dirigentes dos billetes que reproducimos en estas páginas.
Los colores de Argentinos de Vélez Sársfield
YA tenían sello los muchachos y comenzaron a escribir notas, desafiando a clubs similares de otros barrios. Clubs que con nombres pintorescos como Los Fuertes de Flores, Campeones de Villa Crespo, Taitas de Nazca o Esforzados de Mataderos, no llegaron jamás, ni a "pisarles el poncho" en la cancha, ni a perpetuar sus nombres cual Argentinos de Vélez Sársfield. Fue necesario que la muchachada que se perfilaba en el deporte popular con perspectivas tan halagüeñas, tuvieran un distintivo que los señalara ante los aficionados y los distinguiera en los partidos. A propuesta de uno de los dirigentes, se eligió el color blanco para la blusa, y el cuello y puño azules. Nueva subscripción y nuevo peregrinar de puerta en puerta. Esta vez con más éxito, pues ya el nombre de los muchachos comenzaba a sonar simpáticamente en el barrio, y ya se aventuraban algunos padres de dadero "hincha" del club, dueño a la sazón familia a rodear el cuadrilátero para ver qué jugaban y cómo lo hacían. Reunidos los fondos, se encargó de la confección a un precio módico, el primer verde una tiendita que había en la calle de la Candelaria, entre Rafaela y Provincias Unidas, calle que hoy se llama Juan Bautista Alberdi.
Ambulando para poder jugar en los baldíos
LA primera cancha oficial, podríamos decir, que tuvo el club fue el terreno baldío existente en la manzana comprendida por las calles Juan Bautista Alberdi, Mariano Acosta, Ensenada y Convención, ésta hoy, José Bonifacio. Pero los muchachos debían sufrir diariamente un largo peregrinaje por los potreros para poder jugar, pues la policía les había declarado la guerra a muerte, y no los dejaba tranquilos, y allá iban los chicos cargados de picos y palas, para limpiar un terreno en los alrededores de Los Mataderos, desbrozarlo de yuyos y malezas, y, sudorosos y polvorientos por el trabajo, no parecían estar cansados cuando sonaba el pito del improvisado "referee" que los lanzaba al singular encuentro. En esta forma los de la blusa blanca con puños y cuello azul, lograron despertar el interés del barrio, y poco a poco fue formándose alrededor de los jugadores, una simpática atmósfera, que pronto se concretó en la parroquia de Vélez Sársfield, con el decidido y entusiasta apoyo del vecindario. Las suscripciones que por centavos se recaudaron en los primeros tiempos, fueron la base del éxito que más tarde obtuvieron en el vecindario los propios vecinos, constituidos en comisión protectora de aquel esforzado grupo de muchachotes, pues ya habían dejado de ser niños, que mantenían con entusiasmo bien alto el banderín del club, símbolo del barrio.
Nombres inolvidables
DE aquel proceso, de aquel rápido surgir del anónimo a la popularidad extraordinaria, bueno es anotar en su haber, a hombres que ocuparon la presidencia del club desde su fundación, en sucesivos períodos, como Luis Barredo, el primer presidente que tuvo el Club Atlético Vélez Sársfield, que influyó en los postrimerías de su presidencia para que el nombre de Argentinos de Vélez Sársfield se cambiara por el nombre que actualmente tiene; Plácido Marín, uno de los más activos y laboriosos "pioneers" del progreso de la entidad; Roberto Piano; Eduardo Ferro, que ocupó en tres oportunidades la presidencia; Antonio Marín Moreno, que también fue durante tres períodos presidente; Esteban Aversano, José Amalfitani; Enrique M. Elias, reelecto presidente desde 1925 a 1931, y, finalmente, el doctor Nicolás Marín Moreno, el distinguido médico, el más joven de sus Fundadores, y el hombre que en todo momento, como hombre de ciencia y altruista, siempre puso su trabajo, su saber y su bolsillo, al servicio del club, y que ha ocupado las últimas presidencias de la institución por él fundada, levantando el espíritu de los asociados y dando prestigio a los hombres de la institución que defienden sus actuales colores. No hemos de olvidar, en estas breves líneas, rápidas y ceñidas a la tiranía del espacio, el nombre de otros benefactores que en toda forma fueron el alma del club: Alfredo Barredo, Alejandro Doldan, Rodrigo de la Hoz, A. Schuter, J. Fadeaux, Celestino Badano, Atilio Badaracco, Luis J. Boffi, Eduardo Butta, Luis M. Castellano, Antonio Dellasala, Juan y Miguel Fontana, Alberto Granara y Luis A. Mcla, Ítalo de Carli, Enrique S. Cuda, Daniel Stolbizer, Francisco A. Pizza, A. Blassetti, Eduardo Ferro, Ernesto Villamayor, José Amalfinati y Cecilio Begu.
Hay que comprar un terreno para cancha, pero…
BAJO la presidencia de Enrique M. Elías, la comisión directiva, terminado el contrato de arrendamiento de la vieja cancha, resuelve someter a la asamblea el proyecto de adquirir un "field", pues las dificultades para alquilar campo de deportes en la Capital Federal, y dentro de la zona oeste, en que lógicamente debía estar el "field" de Vélez Sársfield, hace de urgente necesidad resolver el punto. La asamblea no resuelve esa adquisición, pues es difícil realizarla, por falta de fondos, y no obstante los empréstitos internos, la situación financiera obliga a los dirigentes a renovar el con: rato de arrendamiento, empleando los fondos obtenidos, en la construcción de graderías, mejoras en las instalaciones y mayor comodidad para los jugadores. Había que comprar un terreno para la cancha, pero... el Club Atlético Vélez Sársfield es un club eminentemente futbolista y sin más aporte que el de sus socios, y sin subvenciones y donaciones le ha sido más que difícil afrontar las dificultades financieras atravesadas. Su mayor gloria es haber luchado y mantenerse con las finanzas saneadas, sin comprometerse en estos tiempos de locas aventuras en ningún descabellado plan de adquisiciones que hubiera atado al club de pies y manos, y nada sería más difícil que mantener el prestigio adquirido... atados de pies y manos.
De Vélez Sársfield a Nueva York
UN buen día a los jugadores de Vélez Sársfield le entró la manía ambulatoria y, como a sus progenitores de un cuarto de siglo atrás, les daba por ir de un baldío en otro y de un potrero a otro para jugar el porvenir del club, estos hombres maduros y expertos en el fútbol, con un cartel de invencibles, que les había valido ya el sobrenombre de "El Fortín", por ser irreductible su defensa, resolvieron cruzar la cordillera de los Andes y "empenacharse de gloria" como diría Belisario Roldan, ganándoles en buena lid a sus rivales de Chile y Perú para repetir la hazaña en Méjico y Cuba. Los muchachos llegaron a Nueva York y allí se enfrentaron con los clubs norteamericanos New York States L, Fall River, Hakoach, ganando al primero y último, y perdiendo con el segundo, en un partido que, no obstante la derrota, valió a los de Vélez Sársfield la satisfacción de los más elogiosos comentarios de la crítica deportiva neoyorquina. Fueron en aquella gira diez jugadores titulares de primera división: Clelio Caucia, Manuel de Saa, E. Alfredo Forrester, Alfredo Sánchez, Roberto Devoto, Norberto Arroupe, Saúl Quiroga, Alberto Alvarez, Eduardo Spraggon y Ernesto Garbini. Invitados otros clubs a participar de la gira con jugadores que representaran a sus respectivas entidades, se integró el equipo argentino con los siguientes jugadores: Fernando Paternóster, de Racing Club; Bernabé Ferreyra, que jugaba en aquella época por el Club Tigre; Francisco Varallo, del Club Gimnasia y Esgrima de La Plata; Carlos Volante, del Club Platense; Gerónimo Díaz y Agustín Peruch del Club Newells Old Boys de Rosario, y Alberto Chividini, de la Federación Tucumana de Foot-ball. La gira fue fructífera en éxitos, y los jugadores enriquecieron la colección de trofeos con 13 banderines y dos copas conquistadas en el paseo deportivo. Tal es la historia de este club que en 1932 y 1933 confirmó una vez más, que el título de El Fortín que la hinchada le ha puesto al arco de Vélez Sársfield, es uno de los tantos aciertos del ingenio popular.§
El mejor.
ResponderBorrarEs una emocion poder compartir estas paginas con los que sentimos desde lo mas profundo la simpatia de afirmar que hoy y siempre Velezanos y fortineros hasta el ultimo dia
ResponderBorrarGracias por tanta emocion
Para aquellos interesados en profundizar la historia de las canchas de Vélez Sarsfield, les recomiendo la siguientes notas de somosvelez.com.ar:
ResponderBorrarhttp://somosvelez.com.ar/por-que-me-encanta-ir-a-la-cancha-a-ver-a-velez/
http://somosvelez.com.ar/por-que-me-encanta-ir-a-la-cancha-a-ver-a-velez-segunda-parte/
http://somosvelez.com.ar/porque-me-encanta-ir-a-la-cancha-a-ver-a-velez-tercer-entrega/
http://somosvelez.com.ar/porque-me-encanta-ir-a-la-cancha-cuarta-entrega/
Hola Lewis, vi el vínculo del blog del estadio de Temperley. Me podrás pasar todos los estadios que tenes hecho? la verdad me paso horas leyendo estos posts. Te felicito y gracias
BorrarPor ahora sólo tengo los de esta página más el de Temperley (por una cuestión familiar). Espero poder ampliar la lista durante 2017.
Borrarya no está la página :(
BorrarHISTORIA PREVIA A LA CONSTRUCCION DEL JOSÈ AMALFITANI
ResponderBorrarfantistico y emocionante felicitaciones al creador de estas lecturas
ResponderBorrarConsulta. La imagen con el pie: vista exterior de El Fortín (circa 1934) corresponde a la tribuna de la calle Schmidel?
ResponderBorrarEs la tribuna de la calle Pizarro. Se ve el tablero del Alumni, que siempre se ubicaba frente a la tribuna oficial (en este caso la grada techada de la calle Basualdo).
BorrarExcelente
ResponderBorrarExcelente
ResponderBorrarSimplemente: EXCELENTE!!! Muy agradable sorpresa fue encontrar está página...FELICITACIONES!!!
ResponderBorrarEspectacular, todo hincha de Vélez debería leer este blog, 10/10
ResponderBorrarExcelente publicación. Gracias 🫂
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