¡El Luna!

Un somero repaso de los hitos edilicios que jalonaron la leyenda del mítico “Palacio de los Deportes” porteño.

El término Luna Park se acuñó a principios del siglo XX en EE.UU. Rápidamente se difundió por todo el mundo para identificar a grandes parques de diversiones que atraían multitudes a sus juegos mecánicos, que complementaban con espectáculos artísticos y deportivos.
En aquella época, el parque de diversiones que reunía estas características en la ciudad de Buenos Aires era el Parque Japonés, que estaba ubicado en la intersección de la Av. Callao y el Paseo de Julio (hoy Av. del Libertador).

Un inmigrante italiano llamado Domingo Pace adoptó el nombre Luna Park para su modesta feria de diversiones. En 1916 la instaló en un terreno ubicado en la vereda sur de la calle Corrientes, entre Cerrito y Carlos Pellegrini, por donde estaba previsto que pasara la Diagonal Norte.
En 1923, la campaña de Luis Ángel Firpo —El Toro Salvaje de Las Pampas—en los EE.UU. concitó enorme interés. Su pelea por el título mundial de peso pesado con Jack Dempsey fue trasmitida por telegramas que se leían. Pace vendió entradas al Luna Park para escuchar esa transmisión.
En 1924, Ismael Pace, hijo de Domingo, se hizo cargo del negocio del Luna Park y convocó a su amigo José “Pepe” Lectoure, quien había sido campeón de boxeo amateur.
Hasta 1924 estuvo prohibido cobrar entrada para presenciar combates de boxeo dentro de los límites de Buenos Aires. Una vez levantada la veda, el Luna Park se convirtió en uno de los recintos más importantes donde se organizaron peleas de box en la ciudad.
En 1926, Pace y Lectoure dejaron finalmente el solar de la calle Corrientes para darle paso a la Diagonal Norte. Vale aclarar que sólo 10 años más tarde de ese desalojo se construyó el Obelisco, y recién en 1937 se abrió la Av. 9 de Julio y ensanchó la calle Corrientes.
Sin lugar fijo para sus matches, Pace y Lectoure organizaron combates en los grandes estadios de la ciudad (River Plate, Boca Juniors y San Lorenzo). La aparición de Justo Suárez —el Torito de Mataderos— cuyo manager fue Pepe Lectoure desde 1930, les abrió una enorme oportunidad.
En 1931 —y en medio de una gran depresión económica— Pace y Lectoure alquilaron al Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico un terreno en la manzana de Corrientes, Bouchard, Lavalle y Madero, para construir un gran estadio al que le mantuvieron el nombre Luna Park.
El terreno se ubicaba en el bajo porteño, lejos del centro. Eran terrenos ganados al Río de la Plata 30 años antes durante la construcción de Puerto Madero. Sin embargo, el subterráneo Lacroze (hoy línea B) llegó a la Av. Leandro N. Alem a fines de 1931.
La construcción del Luna Park fue laboriosa. La fundación del edificio requirió hincar pilotes, pues el terreno era fangoso. Las tribunas se montaron sobre estructuras de perfiles metálicos, que luego fueron recubiertas con gradas de cemento armado.
El Luna Park se inauguró el 6 de febrero de 1932 con un baile de carnaval. El primer match de box (a cielo abierto) fue el 5 de marzo. En su única pelea en el Luna Park, el 12 de marzo de 1932 Justo Suárez perdió su título de campeón argentino con Víctor Peralta.
El estadio también se usaba frecuentemente para otro tipo de eventos como bailes, conciertos y muy en particular mítines de carácter político. Sin embargo, el hecho que el estadio fuera a cielo abierto limitaba la diversidad (y calidad) de los espectáculos que se ofrecían.
En 1934 Pace y Lectoure se abocaron al techado del estadio. Fue una obra muy importante para la época, pues la estructura metálica salvaba un vano de casi 40 metros.
Una vez techado, el estadio adquirió un aspecto similar al de un edificio industrial, lo que no era de extrañar pues se aplicaron las mismas soluciones constructivas que se empleaban en las grandes fábricas de la época.



El coronamiento de las tribunas fue rematado con una celosía para favorecer el ingreso de la luz natural y mejorar la aireación del recinto, que originalmente no contaba con instalación de aire acondicionado.
Las boleterías fueron ubicadas en las cuatro ochavas del estadio. Debajo de las tribunas se habilitaron locales comerciales. Pepe Lectoure conoció a su futura esposa —Ernestina— en uno de estos establecimientos gastronómicos, donde ella trabajaba.
En 1951 se encaró una reforma de envergadura. Se construyó una tribuna alta sobre la Av. Madero (que originó la recoba) y embelleció toda la fachada del edificio. La capacidad del estadio llegó a 30.000 espectadores (con todas sus tribunas para espectadores de pie).
En cada una de las 4 esquinas del edificio se ubicó un alto relieve con figuras de actividades estrechamente identificadas con el estadio (boxeo, patinaje sobre hielo, catch as catch can y básquetbol). Ahora sí, este era el Palacio de los Deportes.
Se mantuvo una muy variada actividad deportiva y principalmente creció la oferta de espectáculos artísticos de jerarquía. Se aumentó entonces gradualmente la disposición de asientos, situación que redujo la capacidad total del estadio pero lo dotó de mayor confort.

Pepe Lectoure (en la foto a la derecha) falleció en 1950, y 6 años más tarde murió Ismael Pace (en la foto a la iquierda) en un accidente automovilístico. La propiedad del Luna Park quedó en manos de ambas viudas, y al poco tiempo Ernestina pasó a controlar la empresa.
Juan Carlos “Tito” Lectoure, un sobrino de Pepe que desde joven trabaja en la empresa, asumió el rol de match-maker. El boxeo mantuvo su absoluta relevancia a la luz de los lides internacionales de los grandes boxeadores locales de las décadas del ‘60, ‘70 y ‘80.
El estadio se ha siempre caracterizado por su versatilidad, pues permite diversas configuraciones que se adaptan a la convocatoria de cada evento desde 1.000 hasta casi 10.000 espectadores sentados.
En 1987 Tito Lectoure decidió dejar de organizar regularmente peleas de box y concentró la actividad del Luna Park preponderantemente en shows artísticos. Desde julio de 2002, sólo ocasionalmente se organizaron algunos combates de box por títulos mundiales.
 
Tito Lectoure falleció en marzo de 2002. En 2012 murió Ernestina, la dueña del estadio, que lo donó a Caritas. Hoy el Luna Park es propiedad del arzobispado de la ciudad de Buenos Aires.
Desde 2007 el Luna Park es monumento histórico nacional. Este status pone al estadio al resguardo de una eventual venta para un desarrollo inmobiliario, pero también impide una actualización de sus instalaciones acorde a los tiempos que corren. 
Si te quedaste con ganas de conocer más, consultá el Centro de Documentación Histórico Luna Park, que ofrece información muy rica sobre este mítico recinto porteño.